- Indicación del progreso económico o una puerta al desempleo y la informalidad
SM Rico*
El desempleo en México ha llegado a ser una constante los
últimos años; según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(INEGI), hubo un aumento en el primer trimestre de 2013 al compararlo con los
primeros meses del año anterior.
En junio del 2013 se registró un desempleo del 4.99% en
comparación al 4.81% del año anterior en el mismo lapso.
Uno de los factores que facilitaron este panorama fueron las
fusiones y las adquisiciones de empresas mexicanas de diversos ramos, no sólo
por corporativos nacionales sino por extranjeros; a largo plazo, este fenómeno
afectará cada vez a más mexicanos, y llegará a formar parte de nuestra
realidad, cotidiana.
Las fusiones y adquisiciones (M&A por sus siglas en
inglés), son una dinámica de compras estratégicas, no sólo de grandes sino de
pequeñas empresas, ya sea de tipo comercial o financiero y que a lo largo de
estos años propios de la globalización se ha convertido en una práctica común.
En este tipo de transacciones, el capital que se invierte es
en su mayoría de origen extranjero. En los últimos veinte años las
adquisiciones se han dado en tres sectores principales: el de
telecomunicaciones; el de alimentos y bebidas y el relativo a la Banca y
servicios financieros, este último acapara la mayor parte de las adquisiciones,
alcanzando un porcentaje de 64.7% del total.
En esencia, los términos adquisición y fusión tienen
diferencias según el fin que persiguen; sin embargo, pueden llegar a
relacionarse; en este sentido la primera implica que una empresa se convierte
por medio de una operación de compra, en una subsidiaria de otra, pero sin que
pierda sus características fundamentales o el tipo de servicios que
proporciona.
Por otra parte, las fusiones, involucran la unión de dos o
más empresas para crear en ese momento o a lo largo de algunos años una entidad
diferente con un nuevo nombre, políticas
internas y servicios. Algunas veces una fusión va precedida de una adquisición,
gracias a esto, logran obtener cierta ventaja de participación en un mercado o en
dado caso competir en relativa igualdad con otros conglomerados.
Por un lado esta estrategia significa, en la forma, la
sinergia para el desarrollo económico institucional tanto de los conglomerados
globales como de las empresas en desarrollo;
sin embargo, en el fondo, existe una cara oculta de esta realidad, un
fragmento de la historia que ahora es parte de nuestras vidas.
Es la historia de unos cuantos, y el futuro próximo de otros
más; es lo que sucede con aquellos que no son protagonistas de estos cambios:
los empleados; aquellos que viven la incertidumbre del día a día y trabajan con
una constante preocupación de tener empleo la mañana siguiente.
En algún lugar del tiempo estas estrategias empresariales
fueron diseñadas para lograr competitividad y estar a la altura de los
constantes cambios en el mundo; sin embargo no fueron planeadas para todos los
involucrados.
Un ejemplo es la teoría del economista inglés Keynes, el
cual como parte de su teoría de la ocupación nos revela que, a corto plazo, la
producción no puede incrementarse sin aumentos de la mano de obra. Pero en un
mayor plazo se puede convenir que la tecnología remplazará a muchos de los
involucrados.
Se podría pensar que la vida sigue y que la economía nos
llevará a un mejor lugar, pero son tiempos de cambios y de globalización, lo
que antes parecía seguro, ahora ya no lo es tanto. No puede existir como
quisiéramos una solución para todas las cosas, algo simple que nos de las
herramientas para alcanzar la solución a nuestros problemas.
El progreso, la competitividad y el aumento de los ingresos
es la constante en los altos niveles, transformándose poco a poco en un eje por
donde se mueven todos los días los principales intereses y objetivos de estos
conglomerados, sin embargo la pregunta que se hacen todos los empleados es ¿en
dónde quedamos nosotros?
Forman la mayor parte de estas empresas y solo hablan entre
sí de su incertidumbre; son como los engranes de una gran maquinaria, son como
un ejército de reserva; hablan entre ellos a la hora de la comida o cuando se
despiden al llegar la tarde: “esperaremos el rumbo de las negociaciones, de los
próximos despidos o de las nuevas oportunidades; esperaremos, solamente
esperaremos”.
Cada uno de ellos sólo vive para el día siguiente, para la
próxima quincena o para la próxima semana; viven en espera de regresar a casa,
pues a estas alturas ya no saben ni quieren saber nada más, no se interesan ya
por conocer el origen de las cosas, solamente se dicen entre ellos: “tú
obedece, haz lo que te pidan y no te metas en problemas”.
Tal vez no sea posible ya un cambio, falso o verdadero, que
pueda revertir la corriente globalizadora cuna del neoliberalismo actual y que
convierte la vida diaria en una carrera por la competitividad, el aumento de los
activos y la disminución de gastos, solo queda crear un marco legal que pueda
proteger de manera eficaz y sin excesiva burocracia a las víctimas del
progreso.
No sólo con seguros de desempleo o creando plazas en el
sector servicios, sino con mecanismos que le puedan dar salida a este constante
flujo de desempleados, que requieren no sólo tener un sueldo, sino una forma de
vida que esté de acuerdo y en armonía con los factores económicos del presente,
operando de manera dinámica junto con ellos, para dejar atrás la idea de la
espera y el desamparo.
Artículo publicado en La Carpa.com.mx en agosto de 2013
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