…la Constitución; todos pretenden apoyarse en ella; la diferencia consiste en que un grupo determinado quiere respetarla solamente en la forma, y en el fondo continuar con el poder absoluto, mientras que el otro desea se aplique en la forma y en el fondo, por medio de las prácticas democráticas.
El poder absoluto ha existido de toda antigüedad, porque es el patrimonio de los pueblos atrasados e ignorantes, cuya imaginación no es impresionada sino por las hazañas de sus monarcas, que los deslumbran con su brillo. Además, ignorando la historia, ignoran también los altos hechos de sus antepasados, de los grandes hombres de la humanidad, y desconocen las fuerzas que un pueblo libre pueda desarrollar. Por este motivo, la instrucción y la escuela son los mayores enemigos del despotismo; los más firmes apoyos de la democracia…
¿Qué mejor prueba puede haber sobre la aptitud del pueblo mexicano para la democracia que la elección de representantes al Congreso Constituyente de 57, congreso que honraría a cualquier nación civilizada?
Este pueblo, otras veces heroico… ahora ve con criminal indiferencia los atentados más inicuos contra su libertad, contra sus sagradas prerrogativas de ciudadanía y, lo que es peor, contra los inviolables derechos del hombre. Hoy, con mirada estúpida o indiferente, ve pasar por sus centros populosos rebaños de carne humana, rebaños que van a la esclavitud, sin que un grito de indignación brote de sus pechos congelados por el terror.
La actual administración, al pasar a la historia, conservará como mancha indeleble la sangre hermana, la sangre inocente derramada en esa inicua contienda (contra los yaquis), y nosotros, que con nuestra debilidad hemos sido cómplices de tal atentado, también tendremos que pagar caramente nuestra indiferencia. Esa cadena que ahora doblega al yaqui, muy pronto tendremos que arrastrarla.
La idea fija del general Díaz era, mientras no tenía el poder, conquistarlo a toda costa, y una vez en su posesión, no desprenderse de él por ningún motivo. Para la realización de esta idea, no vacilará en promover sangrientas revoluciones.
Es sumamente difícil apreciar los sucesos contemporáneos en su justo valor, pues además de que se necesita un criterio muy amplio y muy superior al mío, se necesita igualmente desprenderse por completo de las pasiones que agitan tanto a aquel que tiene sus ideales bien definidos, como al que sólo persigue el medio personal o está impulsado por cualquier sentimiento bajo o despreciable.
El general Díaz, acostumbrado a mandar, difícilmente se decidirá a dejar de hacerlo. La nación, acostumbrada a obedecer, tropezará con mayores dificultades para sacudir su servilismo… Costumbres que han echado tan hondas raíces en el suelo nacional, que no podrán desarraigarse sin causar en él profundas alteraciones…”
No me atemorizaba la prisión, porque no ésta, sino las causas que llevan allí son las que manchan.
En nuestra patria sólo tiene eco la verdad; sólo ella conmueve los ánimos, despierta las conciencias dormidas, enciende el fuego del patriotismo, que por fortuna aún se encuentra latente en las masas profundas de la nación, a donde no ha llegado la corrupta influencia de la riqueza y el servilismo.
Mientras las armas del pensamiento sean usadas libremente por todos los mexicanos, no debemos temerlas.
Francisco I. Madero, La sucesión presidencial en 1910. (fragmentos)
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