Héctor Tenorio
En primer lugar
la crisis en Grecia refleja la carencia de solidaridad en la Unión Europea
donde hay una ausencia de mecanismos necesarios que deben acompañar en un área
monetaria. Este es un proyecto que se ha quedado ensimismado en un continente donde
se revelan las asimetrías como la de compartir una moneda mientras se amplían aceleradamente
las diferencias económicas.
Hasta ahora los acreedores imponen recortes
crecientes al presupuesto, generando así una espiral de estancamiento, al
parecer ha sido una limitación más que un medio de control. Lo adecuado es
llevar a la sociedad griega a que modifiquen las fallas de las que emanan sus
debilidades y carencias. Se requiere menos recortes y más reformas. Si los
griegos fracasan no solo sería una falla económica sino política. Quizá estemos
presenciando el principio del fin de la experiencia comunitaria que podría
extinguirse en diez años.
En este
contexto, todo parece indicar que Grecia alcanzaría un rescate de 53.500
millones de euros en los próximos tres años. El objetivo es evitar la
bancarrota y la salida del euro. Los helenos necesitan ayuda de inmediato para
sus bancos, al sector financiero griego le quedan días para lograr una
reestructuración. La última oferta europea consiste en que Atenas se comprometa
a hacer concesiones circunscritas a las
subidas de impuestos.
Los griegos rebajaron el gasto militar, pero fue menos de
lo que esperaban sus socios, en cambio cedieron en la privatización de los
puertos del Pireo y Salónica. Pero no ofrecieron medidas adicionales en
pensiones, es la manzana de la discordia de la negociación. Incluso pidieron
incluir una petición de reestructuración de la deuda, el Gobierno de Alexis Tsipras
llamó al Congreso griego a la unidad.
Los helenos que
en el referéndum del pasado 5 de julio,
votaron por el No (61 por ciento) recibieron decepcionados la propuesta final
de Tsipras. La
oposición convocó a una manifestación contra la austeridad el 13 de julio.
Aunque haya acuerdo entre las partes, solo sería el inicio del montaje final
del programa. El Fondo Monetario Internacional se ha mantenido a la
expectativa.
Ahora bien, la más
afectada con la rebelión griega ha sido la canciller alemana Angela Merkel
quien promueve una propuesta más dura para un programa completo y de más largo
alcance. A está postura se han sumado Holanda, Austria, Finlandia, Eslovaquia y
Eslovenia. Paradójicamente los alemanes en
la segunda Guerra Mundial, no
consiguieron el control permanente de
Europa, ahora lo estaban logrando por la vía de la economía. Actualmente el liderazgo
financiero de Merkel ha roto todas las fronteras, los euros tienen mayor alcance
que las bayonetas.
Vale la pena
recordar que Alemania fue beneficiada por el Acuerdo de Londres de 1953 que le
otorgó la quita total de su deuda con la que financió su desarrollo posterior.
Es la misma Alemania que hoy es un agiotista que no perdona nada a sus
deudores.
Del otro lado de
la trinchera, Francia desarrolla un papel de conciliador, pretende lograr un
acuerdo que permita a Grecia permanecer en la eurozona. Italia y Luxemburgo, se
han sumado. Mientras que España,
Portugal, Irlanda, Bélgica, Chipre han adoptado posturas más conciliadoras. Los
gobiernos de España y Portugal pronto tendrán elecciones, temen perder el poder
por lo ocurrido en Grecia.
Queda claro que el neoliberalismo es un proyecto económico genocida
entre sus principales victimas está la población vulnerable de ancianos y
niños. En este panorama la democracia parece llamada a ser un freno a la lógica
del mercado, donde las personas se convierten en estadísticas.
tenorio_hector@hotmail.com
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