martes, 5 de noviembre de 2013

Los grupos de autodefensa en México, evidencia de un gobierno ausente. (Primera parte)

SM Rico
Fotos: Miguel Carrillo

Surgieron prácticamente con el nuevo sexenio, a comienzos del presente año en el municipio de Ayutla en la región de la Costa Chica de Guerrero; como esperando el momento oportuno, como si lo que hemos visto en los medios todos los días nos preparara para verlos como algo normal y justo; como una prueba más de que debemos de hacer algo. 



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Son parte del hartazgo que en general se vive todos los días en el país; son grupos de pobladores de comunidades alejadas y que viven el desamparo y el olvido salvo en época de elecciones. Estos grupos en ocasiones armados ya sea con herramientas propias de sus labores diarias o con armas de fuego, han aparecido a la luz de los medios, realizando acciones policiacas, incluyendo retenes y detenciones sin que la autoridad parezca tomarlos en serio.



En algunos casos realizan retenes, y en otros formando grupos, a partir de cierta hora, patrullan su comunidad armados con lo que pueden, sin seguir un código, sin recibir órdenes de autoridad alguna, sin necesidad de restricciones. Simplemente avanzan y buscan en su idea de justicia lo que ellos consideran delictivo y cuando lo encuentran simplemente “actúan”.



Parece que lo justifican amparándose en los ya conocidos usos y costumbres de estas alejadas comunidades mexicanas. Y es lógico y parece correcto a simple vista la aparición de estas autodefensas en un gobierno en el que en sus primeros cien días, las ejecuciones y “levantones” aumentaron y que hasta ahora es mayor de 3, 100 muertos tan solo en el primer trimestre. 

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Han sido meses mediáticos, meses llenos de mensajes televisivos, pero meses en los que el cumplimiento de las promesas y  los compromisos parecen ser más a futuro que en el día a día. 

Uno de los primeros grupos se autodenominó Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero, posteriormente se fueron uniendo una a una, diferentes comunidades adyacentes a la primera comenzando de sur a norte; de ahí aparecieron en el estado de Morelos, en los municipios de Tetelcingo y Tenextepango, para días más tarde aparecer en Oaxaca ya no solo para combatir a la delincuencia sino para tratar de aminorar los abusos del mismo ejército y la policía estatal.

Actualmente estos grupos sin estar comunicados entre sí, han logrado una inevitable extensión, llegando a por lo menos una veintena de municipios en nueve estados de la República entre los que se encuentran: Chihuahua, Morelos, Jalisco, Veracruz, Michoacán, Tlaxcala, Estado de México, Oaxaca y Guerrero en donde existen por lo menos veinte del total de los detectados hasta el momento. 

Sin embargo la idea de autodefensa por parte de los pobladores de las comunidades no es nueva pues este modelo ha existido desde tiempos anteriores a la Revolución mexicana, en territorios que organizaron, por sus propias costumbres y tradiciones, autoridades que vigilaban la seguridad de sus pobladores, tanto de criminales como de autoridades del gobierno que trataran de perjudicarlos y que con el tiempo fueron tomando forma de instituciones con autoridad y códigos de conducta claramente establecidos entre sus integrantes.

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Un ejemplo de esto se puede ver precisamente en el estado de Guerrero; por conducto de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias y Policía Comunitaria (CRAC-PC) que lleva al menos 17 años en funciones; con la diferencia de que ellos están constituidos de manera oficial y asientan sus decisiones y proceder con el aval de sus comunidades.

Existe entonces una clara diferencia entre estas colectividades que buscan crear instituciones alternativas que estén más acordes con los intereses propios de sus localidades y los intereses de los grupos indígenas y sus derechos, y los llamados grupos de autodefensa, que encapuchados y con arma en mano tienen en sus actuaciones, más un tono de amenaza y venganza, que de prevención y reeducación de los infractores con trabajo comunitario, como las tradicionales policías comunitarias. 

En este sentido existe un antecedente más, sucedió en los años noventa, pero en Colombia donde surgieron con similares argumentos las llamadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) las cuales, financiadas por particulares y gente del gobierno en turno, tuvieron un lamentable destino al convertirse en un grupo paramilitar más al servicio de sus propios intereses transformándose, de una supuesta solución, a un mayor problema y realizando peores actos delictivos que los que supuestamente pretendían combatir. 

Posiblemente el desinterés de las autoridades mexicanas en controlar el surgimiento de estos grupos podría obedecer a un intento por obtener un mayor presupuesto de la federación por concepto de seguridad, dinero que nunca llegaría a su destino y se perdería en la maquinaria burocrática como ha sucedido tantas veces en el pasado.

¿Pero cuál es la verdadera razón de su existencia? ¿Será un auténtico acto de desesperación de estas comunidades o una excusa para la intervención privada en la seguridad pública en el interior del país? ¿Será una prueba de la complicidad de las autoridades con los grupos de narcotraficantes que tienen controlado gran parte de México?

Esta es la primera parte de un artículo más extenso y de una realidad más compleja, situación que no mejora pero que si va quedando en el silencio. Al parecer en la primera fotografía de la nota se presenta una contradicción, sin embargo no es así; el ejército se encuentra ahí, pero el Estado simplemente no aparece por ningún lado. Las tropas solo pasan, aparecen para la foto y luego pasan. Sin embargo queda presente una pregunta: ¿a quién cuidan en realidad?
 

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