SM Rico
Imagen de arteycultura.com.mx |
Somos dueños de un futuro incierto, muchos buscamos un mundo
mejor y estamos dispuestos a dar la vida por nuestros ideales, otros no tanto,
pero es el camino que seguimos, el que nos llevará a un destino glorioso o fatal, y en algunos casos ambos.
Lo que se podría esperar de una obra de teatro que lleva el
nombre de un personaje histórico es que se nos muestre una sucesión de hechos biográficos
que de manera consecutiva retraten una etapa de su vida pública y privada. Sin embargo, en la puesta en escena dirigida por Mauricio Jiménez, se pueden ver también otros
aspectos más profundos.
Madero o la invocación de los justos, nos lleva por diversos momentos de los últimos años de
Francisco I Madero: desde las fuertes discusiones con su padre por su decisión
de recorrer el país en busca de una democracia más justa, hasta algunos minutos
posteriores a su muerte. Para tal efecto utiliza la analepsis (escena
retrospectiva), para mostrarnos poco a poco la perspectiva más humana y
personal del llamado “Apóstol de la democracia”.
Esta obra conecta momentos de duda y desconfianza por parte
de quienes lo rodean y la seguridad del político en las decisiones que toma, y
que buscan por medio de la paz y la concordia, transformar un país que se encuentra
viviendo desde hace años en la barbarie, el abuso y el constante derramamiento
de sangre.
En algunos momentos aparecen escenas que nos llevan de lo
simbólico a lo onírico, con un Madero atormentado por pesadillas de un futuro
que se aproxima y del que no puede escapar, en otros, el enfrentamiento con
personajes clave de la Revolución Mexicana.
De estos momentos destacan en especial dos: el primero, de
frente a un Porfirio Díaz que dentro de una caja de vidrio se mueve como un
títere con una voz que no es la suya, burlándose de sus aspiraciones por un
país más justo y sentenciando desde su pedestal que: “un héroe solo es peligroso
si está vivo”.
El otro, es el reclamo
de un Emiliano Zapata que trata de hacerle ver su error al licenciar a las
tropas; le quiere abrir los ojos a la realidad más allá de Palacio Nacional, la
realidad de un México rural que sigue en manos de sus enemigos y que solo esperan
el momento de contraatacar.
Del mismo modo y como lo muestra el cartel que presenta esta
obra original de Antonio Zúñiga, un hombre solitario avanza en un día eclipsado, en medio de un México que huele a muertos y en el que sobrevuelan un montón de
zopilotes.
Al final Madero lo pierde todo, su confianza se ve
traicionada y las pesadillas que vemos una y otra vez durante la obra lo devoran
junto con sus esperanzas, sin embargo nos deja un buen mensaje, que en palabras
de su productor ejecutivo Javier Rojas nos dice que: “una fe profunda y firme
ha demostrado históricamente que puede mover más conciencias de las que muchas
dictaduras quisieran”.
Madero o la invocación
de los justos se presenta en el Teatro
Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario, ubicado en
Insurgentes sur 3000, y dará sus últimas funciones este fin de semana y el
próximo 2 de diciembre.
Elenco:
Aida López: Raúl
Madero / Carolina Villarreal Madero.
Francisco Mena: José María Pino Suarez / Henry
Lane Wilson / Ministro Limantour / Emiliano. Zapata / Porfirio Díaz / Francisco
Ignacio Madero.
Fabián Varona: Francisco Ignacio Madero.
Fernando Sakanassi: General Felipe Ángeles /
Gustavo Adolfo Madero.
Ángel Lara: Victoriano Huerta / Don Evaristo
Madero.
Zamira Franco: Sara Pérez de Madero / Carmen
Serdan.
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