miércoles, 25 de noviembre de 2015

Los Caballeros Templarios; una consecuencia de familias en la desprotección y el abandono

SM Rico

Foto de cccb.org
En el marco del 40 aniversario de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), sede México, el pasado 19 de noviembre, el antropólogo Claudio Lomnitz, director del Centro de Estudios Mexicanos de la Universidad de Columbia, dictó la conferencia magistral: La Religión de los Caballeros Templarios, un recuento de principales hallazgos de su más reciente e inédita investigación.

Desde hace 50 años, Michoacán es un estado trasnacional, en la medida en que el cuarenta por ciento de sus habitantes vive en Estados Unidos. Cuando las cabezas de familia deciden salir del país en búsqueda de mejores oportunidades económicas se enfrentan a una encrucijada: ser el sostén y la esperanza y al mismo tiempo ser quienes abandonan el núcleo familiar. En este sentido afirmó: “Están protegiendo a la familia rompiendo a la familia”.

Para el también profesor de la Universidad de Columbia este cisma afianza la vulnerabilidad de las familias de ese estado, con niños que crecen en la desprotección y el abandono, hecho que resulta relevante para entender el ánimo y el ideal de un grupo delictivo como el de Los Caballeros Templarios o La Familia Michoacana, que en sus inicios pretendían proteger y defender a los habitantes de Michoacán del acoso al que los tenía sometidos el grupo de Los Zetas.

Como un ejemplo de esta situación, Lomnitz indicó que: Nazario Moreno “El Chayo”, nacido en el seno de esta sociedad, enfrentó desde temprana edad la ausencia de padre debido al alcoholismo, estigma que lo impulsó a intentar fundar una religión que propugna “la salvación de la masculinidad frente a la emasculación, la falta de padre y exceso de madre”, en este sentido “la falta de padre es una condición que tiene que ser recuperada como un acto de fortalecimiento moral para los reclutas templarios”.

Como ideólogo de esta religión, “El Chayo” se hacía llamar “Ernesto Morelos Villa” por considerarse una reencarnación del Che Guevara, José María Morelos y Pancho Villa. El Chayo era un hombre leído y con amplio conocimiento de la cultura popular americana, “en sus textos fundacionales difundidos como una propaganda de su religión, lo mismo citaba a Enrique IV que al protagonista de la película El Gladiador”.

Aunque la intención de Nazario Moreno quedó solo en un proyecto que no alcanzó a concretarse ni antes ni después de su (segunda) muerte en 2014, la religión de los Templarios se diluyó del servicio a la desposesión. Al frente de la Familia Michoacana, El Chayo dejaba claro que en “su hermandad no habría asesinos, delincuentes, violadores o asaltantes  y quien desobedecía esto pagaba con la muerte”.

Sin embargo Los Caballeros Templarios entran en la contradicción de “defender la tierra, los orígenes, la dignidad de las mujeres y la valentía de sus hombres a través de un elevado goce sádico al saberse dueños de la vida de otros, que lo mismo pasaba por rituales de tortura y asesinatos”.

“No hay entonces forma de cuadrar el círculo, los Templarios crean una religión que les tendría que permitir volver a sus comunidades, emanciparse de la pobreza y la explotación en la que nacieron, defender a su gente pero termina siendo el cimiento de una religión que termina adorando a la muerte. Se convirtió en una ideología de matones, hombres que se consideraban de un temple superior y al final merecedores de ser los amos de Michoacán”, concluyó el catedrático.

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