SM Rico
Foto de cccb.org |
En el marco del 40 aniversario de la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), sede México, el pasado 19 de noviembre, el
antropólogo Claudio Lomnitz, director del Centro de Estudios Mexicanos de la
Universidad de Columbia, dictó la conferencia magistral: La Religión de los Caballeros Templarios, un recuento de
principales hallazgos de su más reciente e inédita investigación.
Desde hace 50 años, Michoacán es un estado trasnacional, en
la medida en que el cuarenta por ciento de sus habitantes vive en Estados
Unidos. Cuando las cabezas de familia deciden salir del país en búsqueda de mejores oportunidades económicas se enfrentan a una encrucijada: ser el sostén
y la esperanza y al mismo tiempo ser quienes abandonan el núcleo familiar. En este
sentido afirmó: “Están protegiendo a la familia rompiendo a la familia”.
Para el también profesor de la Universidad de Columbia este
cisma afianza la vulnerabilidad de las familias de ese estado, con niños que
crecen en la desprotección y el abandono, hecho que resulta relevante para
entender el ánimo y el ideal de un grupo delictivo como el de Los Caballeros Templarios o La Familia Michoacana, que en sus
inicios pretendían proteger y defender a los habitantes de Michoacán del acoso
al que los tenía sometidos el grupo de Los Zetas.
Como un ejemplo de esta situación, Lomnitz indicó que: Nazario
Moreno “El Chayo”, nacido en el seno de esta sociedad, enfrentó desde temprana
edad la ausencia de padre debido al alcoholismo, estigma que lo impulsó a
intentar fundar una religión que propugna “la salvación de la masculinidad
frente a la emasculación, la falta de padre y exceso de madre”, en este sentido
“la falta de padre es una condición que tiene que ser recuperada como un acto
de fortalecimiento moral para los reclutas templarios”.
Como ideólogo de esta religión, “El Chayo” se hacía llamar
“Ernesto Morelos Villa” por considerarse una reencarnación del Che Guevara, José María Morelos y Pancho
Villa. El Chayo era un hombre leído y con amplio conocimiento de la cultura
popular americana, “en sus textos fundacionales difundidos como una propaganda
de su religión, lo mismo citaba a Enrique IV que al protagonista de la película
El Gladiador”.
Aunque la intención de Nazario Moreno quedó solo en un
proyecto que no alcanzó a concretarse ni antes ni después de su (segunda)
muerte en 2014, la religión de los Templarios se diluyó del servicio a la
desposesión. Al frente de la Familia Michoacana, El Chayo dejaba claro que en
“su hermandad no habría asesinos, delincuentes, violadores o asaltantes y quien desobedecía esto pagaba con la muerte”.
Sin embargo Los Caballeros Templarios entran en la
contradicción de “defender la tierra, los orígenes, la dignidad de las mujeres
y la valentía de sus hombres a través de un elevado goce sádico al saberse
dueños de la vida de otros, que lo mismo pasaba por rituales de tortura y
asesinatos”.
“No hay entonces forma de cuadrar el círculo, los Templarios
crean una religión que les tendría que permitir volver a sus comunidades,
emanciparse de la pobreza y la explotación en la que nacieron, defender a su
gente pero termina siendo el cimiento de una religión que termina adorando a la
muerte. Se convirtió en una ideología de matones, hombres que se consideraban
de un temple superior y al final merecedores de ser los amos de Michoacán”,
concluyó el catedrático.
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