sábado, 7 de noviembre de 2015

Ilegales y Marcianos

Jorge Mújica Murias

Foto de zacatelcoradio.com/
Desde siempre, o por lo menos desde 1793, en la primera ley de inmigración de lo que entonces era el nuevo país denominado “Estados unidos de América”, se ha usado la palabra “alien”, extranjero, para describir a sus inmigrantes.

Posiblemente era la palabra más adecuada en aquellos tiempos, aunque bien hubiera podido usarse “foreigner”, “nonnative”, “immigrant”, o “emigrant”, es decir, forastero, no-nativo, inmigrante o emigrante, depende.

Y en 1793 la palabreja no estaba tan mal, pero con el pasar de los años, y sobre todo desde mediados del siglo pasado, con la llegada (o más bien estrellada) de un supuesto platillo volador en el desierto de Arizona, y luego con el auge de la ciencia ficción, “alien” ha tenido otra connotación, la de alienígena o extraterrestre.

Cuando la gente común y silvestre piensa en “alien”, lo primero que se les ocurre es “Viaje a las Estrellas”, y dependiendo de la generación, la “Guerra de las Galaxias” y el “E.T.”, y después “Alien y el Depredador” y más modernamente “Cowboys Contra Aliens”, pero ya nadie piensa simplemente en un extranjero.

Pero la ley no ha cambiado. Y cuando se escucha “alien”, el cerebro traduce al extranjero original por el marciano actual.


Un problema grave con la designación, es que los aliens no son humanos, sino precisamente “aliens”, humanoides de tres ojos, cazadores de humanos que a veces se los comen crudos y a veces cocidos, y que invariablemente son el enemigo del género humano. Y como la ley de inmigración sigue usando el término, en la mentalidad general resulta que los extranjeros siempre son peligrosos.

Para empeorar el problema, la ley también usa el término “ilegal” para indicar la presencia de alguien sin documentos. Pero ¡ojo!, eso si, la ley de inmigración nunca usa el fatídico término de “ilegal alien”, “extranjero ilegal”, favorito de los ignorantes anti-inmigrantes.
Y no lo usa porque simplemente es un error gramatical tremendo. Las personas no son “ilegales”, sino que cometen actos ilegales. Una violación a la ley es un acto de ilegalidad, pero no hace que la persona sea ilegal.

Términos Ilegales
Además, el uso de “ilegal” se reserva para los inmigrantes. Cuando alguien maneja con una licencia vencida, por ejemplo, no se le dice “conductor ilegal”, o cuando un adolescente está en la calle a medianoche no se dice “joven ilegal”, o cuando alguien copia algo del internet y lo publica como suyo en algún lado, nadie se refiere a él o ella como “autor ilegal”. Pero cuando un extranjero se queda por acá después de que se le venció la visa, los locutores y los anti-inmigrantes inmediatamente sacan a colación la condición migratoria y se la aplican al individuo. Y por supuesto, lo “marcianizan”, lo convierten automáticamente en peligroso, enemigo, bandido, o como dijera el Donald “El Trompas” Trump, en violador.

Por todo lo anterior, es bienvenida la iniciativa del congresista Joaquín Castro, Demócrata de Texas, de presentar un proyecto de ley que lleva el nombre de “Corrección de los Términos Dañinos y Alienígenas en las Leyes de Gobierno”. Bien podría haberle puesto de “términos ilegales”, pero no hay fijón, no importa el nombre sino el contenido.

La propuesta de Castro elimina el término “alien” en la Ley Nacional de Inmigración y lo reemplaza con “extranjero indocumentado” (undocumented alien), y de paso le prohíbe al Poder Ejecutivo usar el término “ilegal alien”, “forastero ilegal”.

"Sin importar el estatus de un inmigrante”, argumenta Castro, “éste es en primer lugar un ser humano. Quitar la palabra “alien” de nuestras leyes federales muestra respeto a nuestra herencia, que proviene de millones de inmigrantes en Estados Unidos”.

Quitar la palabra, agrega Castro, es lo mismo que se hizo al eliminar otros conceptos que estaban en las leyes, gringas, créalo o no nuestro amable lector, como “lunático” y “retrasado mental”. Hoy las leyes se portan más serias y hablan de trastornos o enfermedades mentales, y de personas con discapacidades.

Más allá de la palabra, el objetivo declarado de Castro es “descontinuar la deshumanización de los inmigrantes”, para posiblemente contribuir a “acabar con el prejuicio hacia los inmigrantes, y entonces finalmente avanzar en la discusión seria de una reforma migratoria”.

Buena suerte al congresista Castro, que le devolvería el carácter de humanos a los inmigrantes, aunque la verdad es que con un Congreso lleno de seres que tal vez sean humanos pero son definitivamente “aliens”, ajenos a la realidad, a la mejor la propuesta no avanza mucho.

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