miércoles, 6 de agosto de 2014

Nigeria: días que no volverán

SM Rico

Prisioneras de la barbarie, víctimas frecuentes o moneda de cambio, las mujeres en la guerra y en especial las más jóvenes, siempre han estado en desventaja, en cada confrontación lo han sido y en la actualidad nada ha cambiado; solamente la manera de llamarlas.
              Pobreza, ignorancia, fundamentalismo y una leve caricia de la prosperidad por las industrias petroleras transnacionales, llenan a la legendaria África de sinsabores y dolor, hundiéndola en el olvido; hasta que noticias como ésta salen de proporción y nos recuerdan que la corrupción y el financiamiento de las oposiciones extremistas solo dejan imborrables huellas en la vida de los inocentes.

            El pasado mes de marzo apareció la advertencia, su nombre: Abubakar Shekau, líder de la organización islamista radical nigeriana Boko Haram, cuyo nombre podría traducirse como: “la educación occidental es un pecado”. Por medio de un video, el grupo terrorista en palabras de su dirigente, advertía sobre el próximo secuestro de niñas en sus propias escuelas.
           Su propósito, derrocar al gobierno actual presidido por Goodluck Jonathan he imponer en su lugar un gobierno radical aplicando la Sharia (Sharia al Islamiya) o senda del Islam, la cual entre otras cosas no permite la educación de las mujeres y aunado a esto, la liberación de sus compañeros que han sido apresados en años recientes.

         A nombre del gobierno, Mike Omeri, Coordinador del Centro Nacional de Información, ha confirmado que el gobierno nigeriano considerará “todas las opciones” para traer de regreso a la totalidad de las niñas secuestradas; una opción no válida para negociar por más dolor en un principio, pero que al paso del tiempo se plantea de manera velada.
                Ocurrió en un internado cercado por áridas calles y construcciones derruidas; era difícil que pasaran desapercibidas a los perpetradores; tienen enormes ventanas para mitigar el calor y solo la sombra de los árboles para protegerse del sol intenso; los edificios son de un color como el de la arena, igual que a la del piso; instalaciones que protegidas por armas, al final por armas fueron tomadas.

           Sucedió aproximadamente a las 21:00 del 14 de abril pasado; el lugar, una provincia nororiental de mayoría cristiana, en el Internado Gubernamental de Niñas de Chibok, en una comunidad en donde el analfabetismo y la pobreza abundan; ya sea por el dogma o ya sea por la pobreza, la población es prisionera de su hogar y está lista para convertirse en víctima.
              Las instalaciones bajo custodia militar, no pudieron hacer frente al objetivo de los fundamentalistas, que armados y en mayor número los sometieron, provocando la muerte a dos de ellos y llevándose aproximadamente a 200 niñas en camiones. Ellas sin saberlo, los abordaron en medio de la oscuridad, creyendo que eran sus guardianes quienes les daban estas indicaciones, sin saber que a partir de ahí todo cambiaría en sus vidas.

         No es la primera vez que ocurre y tal vez no sea la última que pase, pues ya en noviembre del año pasado, las fuerzas especiales rescataron a otras niñas de un intento de secuestro similar a éste que si se consumó, dejando al gobierno del estado de Borno, del cual forma parte Chibok, en la necesidad de evacuar otros internados por el temor de próximos ataques de los islamistas.
           Qué mayor dolor puede haber que el enterrar a nuestros hijos; saber que están muertos, que nunca más volverán; pero aun peor, es saber que son parte de una vida de dolor y sufrimiento, en la soledad y en el olvido; formando parte de una vida vacía de la que no los podremos rescatar.

             Al atardecer de los hechos, apareció un nuevo video, el mensaje era claro, las niñas cantando, mostraban a sus padres como habían sido convertidas al Islam; cantaban y recitaban entre líneas su cautiverio, la vida que terminaba y la vida que tendrán desde ahora. Abubakar Shekau, advirtió que las vendería como esclavas y exhortó a las mujeres del lugar que se casaran pronto; además sentenció que los ataques continuarán.
                Mohammed Yusuf, el anterior líder de este grupo, fue abatido hace 5 años por las fuerzas nigerianas; desde entonces por lo menos 3000 personas han sido víctimas mortales en diversos actos terroristas en todo el país, incluyendo por igual escuelas, iglesias o mercados sin que el gobierno tenga la capacidad de proteger a sus habitantes y mucho menos de responder efectivamente contra ellos.

              Al parecer las niñas podrían ser divididas en grupos y repartidas a lo largo del país para ser vendidas como esclavas en el mercado negro; de ser así cubrirán su vida y sus cuerpos con largas telas y con amargos recuerdos.
           Al otro lado del mundo, mandatarios, primeras damas y famosas, están al pendiente de lo que ocurre, y con vistosos letreros, firmas en páginas de internet y el hashtag: #BringBackOurGirls claman por su liberación y su regreso, sin embargo, son más notorios, vendibles y conmovedores, que útiles para la realidad de la situación, pues no llegan más allá de sus cómodos reflectores.
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          Los secuestradores se dirigieron posiblemente a algún lugar del país vecino Camerún, sin embargo, no se sabe en realidad donde podrían estár. En palabras de las víctimas; gracias a que los camiones que las transportaban tuvieron averías, algunas de ellas pudieron escapar entre los arbustos para contar la desventura de su cautiverio.
                Un tanto más que 53 niñas ha logrado huir de alguna forma, cuatro la última vez; Estados Unidos ha enviado ochenta militares a Chad, Reino unido apoya con expertos e inteligencia y otros países incluyendo Francia apoyarán con asesoría sin intervenir militarmente en el país.

                  Ahora preocupadas, las grandes potencias no son el artífice de las bondades, ni la policía del mundo como piensan los ingenuos, sino todo lo contrario. La búsqueda de recursos naturales y beneficios económicos, han provocado de una forma y de otra, estas calamidades.
           La intervención es la respuesta y la corrupción el arma con que opera, las petroleras transnacionales han financiado a grupos armados para mantener a raya a sus antagonistas y para mantener influencia en el gobierno; compran la voluntad y el silencio; la naturaleza es afectada por la contaminación, en especial la de los ríos, y las poblaciones por el poder de los grupos favorecidos con armas y dinero.

           Estos grupos extremistas no nacen de la nada, sino como consecuencia de un interés empresarial o político, y entre muchas cosas más, seguirán haciendo de las mujeres una moneda de cambio.

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