SM Rico
Las expectativas de cambio se basan en una creencia. Foto SM Rico |
El pasado 11 de febrero se llevó a cabo la Mesa redonda: El Papa Francisco. Su personalidad, su
pensamiento y su visita a México. El evento se realizó en el Auditorio del
Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de
México (IIS-UNAM) y en él participaron: Martha Eugenia García Ugarte, Gilberto
Giménez Montiel, Hugo José Suárez Suárez y
Fernando González González, pertenecientes al IIS-UNAM, junto con
Roberto Blancarte Pimentel del Colegio de México (COLMEX). La mesa estuvo
moderada por Manuel Perló Cohen, actual director del instituto.
Se presentaron distintas reflexiones sobre la personalidad del
Papa y los efectos que tendrá en una sociedad mexicana, que en el siglo XXI, tiene
un conjunto de características muy particulares, a diferencia de las que
experimentaron otros pontífices romanos, y una sociedad que a su vez, enfrenta
a un personaje que se distingue de sus dos predecesores.
Martha Eugenia García Ugarte destacó que la visita a nuestro
país no estaba precisamente en el ánimo de Francisco, pues prácticamente llega
a México después de mucha insistencia, en palabras de la investigadora “el Papa
Francisco no tiene a México en el corazón”, como lo afirmaran otros Papas en el
pasado. Después de todo, el viene a ver a la Virgen de Guadalupe como han
destacado algunos medios como CNN Expansión.
Durante su intervención, Gilberto Giménez, destacó el efecto
del carisma del Papa: “Su figura encarna en un nivel de profundidad, las
aspiraciones de cambio que caracterizan nuestra época dentro y fuera del ámbito
religioso,…su imagen se relaciona con la expectativa de un Glasnost católico”, pues da muestras de apertura y de mayor
confianza al exterior, y al mismo tiempo, busca asimilar las características de
la iglesia primitiva con respecto a la pobreza y la austeridad.
Enfatizó su postura aludiendo al sociólogo Émile Durkheim
quien describe este fenómeno: “Si llega a ocurrir que una sociedad se apasiona
de la persona creyendo que ella encarna sus más ondas aspiraciones y ofrece los
medios para alcanzarla, entonces esa persona será colocada en una clase única y
especial y virtualmente deificada.”
Y es así, que muchas personas llegan a enfocar sus deseos de
cambio y justicia en una imagen, que a pesar de no contar con tales atribuciones
es valorada y descrita con tales virtudes.
Sin embargo la realidad es muy distinta, pues mencionó: “Para
el sociólogo argentino Alejandro Frigerio, el efecto Francisco, es a la vez producto
de lo que él hace, como de lo que hacen con él. El carisma del Papa, opera en
cuanto a sus características y significado, según los ámbitos sociales en los
que se mueve,…no es lo mismo el Papa dentro que fuera de la Iglesia,…por lo
mismo no existe un solo Francisco”.
Más bien, es la interacción mediática de varios personajes
que se acomodan a la realidad a la que se enfrentan.
Roberto Blancarte se refirió al papel de los medios y al
hecho de que las masas “quieren verlo más que oírlo”, pues no existe un análisis
profundo de su discurso y sus acciones posteriores, sino que simplemente se
espera con ansia que mencione algún tema y quede simplemente como una
referencia a su compromiso, más que con los cambios de fondo que ha logrado al
respecto, “No existe en lo general una crítica de los medios hacia su persona”.
En relación a su comentario, sobresale claramente que la mayoría
solo describen en el mejor de los casos, juegan de voceros a sus discursos
oficiales y matizan como de buena fe o de inocencia cualquier comentario que se
salga de lo que está marcado como correcto, ayudando a acentuar una imagen de
infalibilidad, pero sin exagerarla para no restarle rasgos humanos a su
personaje.
Una
religión que ha perdido el monopolio Foto de SM Rico |
Hugo José Suarez destacó que el Papa visita un país de
diversidad religiosa no homogénea, “una religión que ha perdido el monopolio y
que tiene un desfase entre la doctrina y la práctica”, algo que necesariamente
es producto de una libre interpretación de lo establecido por la institución:
lo que se considera bueno, y lo justo según la experiencia, pero más que nada
en la relación que tienen los creyentes con su realidad cotidiana.
En cuanto a Fernando González es relevante la interpretación
que le dio a la institución católica y al Papa, al mencionar que implica una dualidad, al
combinar la imagen de alguien benevolente y por otra parte, algo así como “un
padre regañón”. Pues por una parte su personaje se presenta como conciliador,
aquel que busca la unidad y la justicia para la gente pobre, para los más
débiles; sin embargo por otro se mantiene firme en la postura de guardián del
dogma.
Destacó que aquellos que no compartan la convicción del
momento, aquellos que pertenezcan a otras creencias o que se muestren indiferentes
o distantes serán “invisibilizados al máximo hasta nuevo aviso” sentenciando
que: “Las puertas de las Ciencias Sociales no prevalecerán contra el ícono”.
En cuanto a la expectativa de cambio será necesario recordar
a Gilberto Giménez: “Que tarde o temprano se desmorone su imagen carismática de
reformador,…al constatarse que nada ha cambiado ni cambiará con él, salvo el
estilo y los gestos,…que pasará si se descubre que solo cambio la música pero
no la letra,…le acecha la posibilidad de que en el futuro alguien llegue a escribir
un artículo sobre las promesas sin cumplir de Francisco”, como escribiera en su
momento el filósofo Slavoj Zizek en The
Guardian sobre las promesas sin cumplir
de Nelson Mandela.
Para finalizar y a pregunta expresa de Raúl Trejo Delarbre que
se encontraba entre el público, Giménez destacó que ya desde hace mucho la
relación entre gobierno y religión sufre de una laicidad simulada, a lo que
Fernando González completó, en el sentido estricto de lo laico, que en la
realidad, solo tendremos un carnaval de cinco días.
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