domingo, 14 de febrero de 2016

El Papa Francisco, el personaje y el carnaval de cinco días

SM Rico

Las expectativas de cambio se basan en una creencia. Foto SM Rico
El pasado 11 de febrero se llevó a cabo la Mesa redonda: El Papa Francisco. Su personalidad, su pensamiento y su visita a México. El evento se realizó en el Auditorio del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (IIS-UNAM) y en él participaron: Martha Eugenia García Ugarte, Gilberto Giménez Montiel, Hugo José Suárez Suárez y  Fernando González González, pertenecientes al IIS-UNAM, junto con Roberto Blancarte Pimentel del Colegio de México (COLMEX). La mesa estuvo moderada por Manuel Perló Cohen, actual director del instituto.

Se presentaron distintas reflexiones sobre la personalidad del Papa y los efectos que tendrá en una sociedad mexicana, que en el siglo XXI, tiene un conjunto de características muy particulares, a diferencia de las que experimentaron otros pontífices romanos, y una sociedad que a su vez, enfrenta a un personaje que se distingue de sus dos predecesores.

Martha Eugenia García Ugarte destacó que la visita a nuestro país no estaba precisamente en el ánimo de Francisco, pues prácticamente llega a México después de mucha insistencia, en palabras de la investigadora “el Papa Francisco no tiene a México en el corazón”, como lo afirmaran otros Papas en el pasado. Después de todo, el viene a ver a la Virgen de Guadalupe como han destacado algunos medios como CNN Expansión.

Durante su intervención, Gilberto Giménez, destacó el efecto del carisma del Papa: “Su figura encarna en un nivel de profundidad, las aspiraciones de cambio que caracterizan nuestra época dentro y fuera del ámbito religioso,…su imagen se relaciona con la expectativa de un Glasnost católico”, pues da muestras de apertura y de mayor confianza al exterior, y al mismo tiempo, busca asimilar las características de la iglesia primitiva con respecto a la pobreza y la austeridad.


Enfatizó su postura aludiendo al sociólogo Émile Durkheim quien describe este fenómeno: “Si llega a ocurrir que una sociedad se apasiona de la persona creyendo que ella encarna sus más ondas aspiraciones y ofrece los medios para alcanzarla, entonces esa persona será colocada en una clase única y especial y virtualmente deificada.”

Y es así, que muchas personas llegan a enfocar sus deseos de cambio y justicia en una imagen, que a pesar de no contar con tales atribuciones es valorada y descrita con tales virtudes.

Sin embargo la realidad es muy distinta, pues mencionó: “Para el sociólogo argentino Alejandro Frigerio, el efecto Francisco, es a la vez producto de lo que él hace, como de lo que hacen con él. El carisma del Papa, opera en cuanto a sus características y significado, según los ámbitos sociales en los que se mueve,…no es lo mismo el Papa dentro que fuera de la Iglesia,…por lo mismo no existe un solo Francisco”.  

Más bien, es la interacción mediática de varios personajes que se acomodan a la realidad a la que se enfrentan.

Roberto Blancarte se refirió al papel de los medios y al hecho de que las masas “quieren verlo más que oírlo”, pues no existe un análisis profundo de su discurso y sus acciones posteriores, sino que simplemente se espera con ansia que mencione algún tema y quede simplemente como una referencia a su compromiso, más que con los cambios de fondo que ha logrado al respecto, “No existe en lo general una crítica de los medios hacia su persona”.  

En relación a su comentario, sobresale claramente que la mayoría solo describen en el mejor de los casos, juegan de voceros a sus discursos oficiales y matizan como de buena fe o de inocencia cualquier comentario que se salga de lo que está marcado como correcto, ayudando a acentuar una imagen de infalibilidad, pero sin exagerarla para no restarle rasgos humanos a su personaje.
Una religión que ha perdido el monopolio
Foto de SM Rico 

Hugo José Suarez destacó que el Papa visita un país de diversidad religiosa no homogénea, “una religión que ha perdido el monopolio y que tiene un desfase entre la doctrina y la práctica”, algo que necesariamente es producto de una libre interpretación de lo establecido por la institución: lo que se considera bueno, y lo justo según la experiencia, pero más que nada en la relación que tienen los creyentes con su realidad cotidiana.

En cuanto a Fernando González es relevante la interpretación que le dio a la institución católica y al Papa,  al mencionar que implica una dualidad, al combinar la imagen de alguien benevolente y por otra parte, algo así como “un padre regañón”. Pues por una parte su personaje se presenta como conciliador, aquel que busca la unidad y la justicia para la gente pobre, para los más débiles; sin embargo por otro se mantiene firme en la postura de guardián del dogma.

Destacó que aquellos que no compartan la convicción del momento, aquellos que pertenezcan a otras creencias o que se muestren indiferentes o distantes serán “invisibilizados al máximo hasta nuevo aviso” sentenciando que: “Las puertas de las Ciencias Sociales no prevalecerán contra el ícono”.

En cuanto a la expectativa de cambio será necesario recordar a Gilberto Giménez: “Que tarde o temprano se desmorone su imagen carismática de reformador,…al constatarse que nada ha cambiado ni cambiará con él, salvo el estilo y los gestos,…que pasará si se descubre que solo cambio la música pero no la letra,…le acecha la posibilidad de que en el futuro alguien llegue a escribir un artículo sobre las promesas sin cumplir de Francisco”, como escribiera en su momento el filósofo Slavoj Zizek en The Guardian sobre las promesas sin cumplir de Nelson Mandela.

Para finalizar y a pregunta expresa de Raúl Trejo Delarbre que se encontraba entre el público, Giménez destacó que ya desde hace mucho la relación entre gobierno y religión sufre de una laicidad simulada, a lo que Fernando González completó, en el sentido estricto de lo laico, que en la realidad, solo tendremos un carnaval de cinco días.

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