Héctor Tenorio
Aún falta un
tramo tortuoso para que los partidos políticos concluyan sus campañas electorales
y los reclamos están a la orden del día. La baja calidad de la contienda se
explica en el nivel de discusión que los partidos y candidatos imprimen en sus
mensajes. Es más fácil comunicar la información a través de la proyección de personalidades que a través
de la discusión de ideas complejas.
Sin embargo, al
fomentar la guerra sucia se desperdicia la oportunidad de convertir a los
tiempos oficiales de radio y televisión en un poderoso elemento de la cultura
democrática. El Instituto Nacional Electoral (INE) tiene un papel fundamental
en colaborar para frenar tal situación. Pero su participación se ve limitada debido
a los intereses particulares de los consejeros que obedecen consignas
partidarias y no al interés de la sociedad.
El responsable de haber iniciado la guerra sucia
fue Acción Nacional (PAN), su presidente
Gustavo A. Madero en un principio se opuso a atacar al Revolucionario Institucional
(PRI) porque indirectamente beneficiaría al Movimiento de Regeneración Nacional
(Morena). No obstante, implementaron su estrategia, los priístas respondieron
en el mismo tono.
El clímax de la batalla se alcanzó cuando los panistas
cuestionaron el viaje del presidente de la República a Londres. Ahora, de
repente el blanquiazul cambió y manda mensajes propositivos. ¿Cuál es la
verdadera razón de este giro de 180 grados? Todo parece indicar que hubo un
acuerdo entre el gobierno federal y el PAN, que beneficiará a este último.
En este
contexto, vale la pena destacar al presidente del Senado, Miguel Barbosa, él
tiene razón en que todos los actores
políticos tienen que poner un hasta aquí a la guerra sucia que se observa en
los spots de las campañas electorales y optar por ofrecer ideas y propuestas a
los electores. El poblano reconoce que desde 1988 se han ido dando transformaciones
que han permitido que la democracia se desarrolle en mejores condiciones de
equidad para los contendientes.
Desde su punto
de vista resulta necesario recuperar los acuerdos que se alcanzaron en el 2009
en el senado de la República. Recordemos que en ese entonces, sugirieron suplir
la spotización por la realización de programas de debates. Incluso los
senadores aprobaron una reforma al respecto, la cual quedó perdida en las
comisiones de la Cámara de Diputados y que fue ignorada en la Reforma Electoral
del año pasado.
Sin duda se debe
explorar la idea de como lograr que las campañas electorales no sean una simple
spotización que muestre un ataque entre los diferentes partidos. ¿Dónde quedan
las propuestas y las alternativas frente a una crisis económica que causa
estragos? Entre más destructivo sea el mensaje de la clase política será menor la
participación de los ciudadanos. ¿Hasta cuándo los políticos profesionales dejarán
de pensar en elecciones y dedicarán su energía a resolver los problemas reales
que agobian a la nación? Quizá nunca.
Todavía estamos
a tiempo para que los consejeros electorales reorienten esta situación. No
pueden quedarse con los brazos cruzados, es su deber castigar con severidad a
los institutos políticos que creen que están por encima de la ley. Sin un
cambio radical solo podremos esperar que se judicialice el proceso electoral y
como consecuencia se desacrediten las instituciones. Las quejas servirán para
alimentar el encono entre los
mexicanos.
Pareciera que el
objetivo de los partidos políticos es calentar el ambiente con miras a la
contienda presidencial del 2018. Lo peor es que será con el aval del INE, si no
pueden con su responsabilidad mejor que renuncien.
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