Héctor Tenorio
Las elecciones
intermedias se caracterizan por una baja afluencia de electores y son los
partidos que tienen el mayor voto duro los que se imponen. No es extraño, a lo
largo de varias décadas el Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional
(PAN) se convirtieron en una fábrica de
pobres que sumieron al país en la ignorancia e ignominia.
Su ardua labor
ha dejado un terreno fértil para la compra de votos, el elector supone que en las campañas
electorales cuenta con una ventaja sobre el candidato a un puesto de elección
popular. Incluso no es extraño que muchas veces reciba una compensación con la
intención de inhibir su participación. En la mentalidad de quien vende, prevalece
la creencia que no es posible cambiar las cosas.
En este
contexto, todo está permitido, menos perder: No se requiere tener buena fama
pública, ni convencer, unos buenos operadores lo pueden sustituir, bajo la
premisa de dinero y no ideas. Esto ha llevado a impulsar candidatos capaces de
sufragar los cuantiosos gastos de campaña. Vale la pena puntualizar que en la forma como se realiza la campaña, así se
gobernará.
Otro caso que ilustra
lo expuesto aquí, es el comportamiento del gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila
Villegas quien ha prometido seguir impulsando los programas sociales
alimentarios y los relacionados con la salud, pese a la veda electoral, pues
desde su punto de vista no viola ninguna norma como ha señalado la oposición de
esa entidad, argumentando que existe un
uso electoral para favorecer al tricolor
Mientras, en la
Ciudad de México el Partido de la Revolución Democrática (PRD), tratará de comprar el voto de 4 millones de
jóvenes a través de varias promesas: La legalización de la mariguana, la
creación de más ciclovías e internet gratuito en las plazas públicas. Queda claro
que la lucha ideológica ha muerto por la falta de seriedad de los políticos de
izquierda que sucumbieron al canto de las sirenas.
¿Con que cara
los perredistas pretenden reclamar al Partido Verde Ecologista de México (PVEM) que ha violado las reglas del proceso
electoral con tal de acarrear votos? Las
encuestas les dan la razón, tienen el diez por ciento de las preferencias
electorales. Es una vergüenza que el Instituto Nacional Electoral (INE) no
quiera asumir su responsabilidad de árbitro electoral y se niegue a quitarle el
registro. Prefieren regular los comerciales de los partidos políticos que han iniciado
una campaña sucia donde lo único que falta son argumentos.
En este panorama,
el ciudadano se enfrenta al dilema de votar por el menos peor de los partidos
políticos. Los medios de comunicación convertidos en la Secretaría de difusión
del gobierno en turno, afirman la importancia de participar y fortalecer las
instituciones.
El problema de fondo es que los mexicanos no desean ser
gobernados, pero tampoco quieren la responsabilidad de gobernar. Es absurdo hablar de democracia, ya que ésta no
puede limitarse al hecho de depositar el voto en las urnas. Falta mucha cultura
cívica, que no será posible de alcanzar con el estómago vacío.
Es comprensible
que la impunidad y la corrupción sean parte de nuestro folclor nacional, las
personas en vez de denunciar, suelen reproducir este comportamiento en sus
respectivos ámbitos. Por lo menos así lo dejó en claro el magistrado de
Jalisco, Leonel Sandoval, padre del
gobernador de esa entidad, (Aristóteles Sandoval). Sin ningún pudor llamó a
violentar la ley electoral ya que gracias a sus influencias está garantizada la
impunidad.
De seguro eso
mismo pensaron los integrantes del cártel Jalisco
Nueva Generación quienes asesinaron a 15 policías estatales y dejaron a
otros cinco elementos heridos el pasado 7 de abril, es el peor atentado contra las
fuerzas de seguridad en lo que va del sexenio. Ahora los criminales han puesto
narcomantas donde piden disculpas. No vaya a ser la de malas y se aplique la
ley.
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