miércoles, 15 de abril de 2015

Carta a un ex funcionario que no funcionó (Adaptación de: Carta a un zapatero que compuso mal unos zapatos de Juan José Arreola)

SM Rico

Estimable señor:

Como ciudadano de este gran país y como un constante pagador de impuestos (aunque no siempre beneficiario de los mismos), le envío esta carta. Tal vez le parezca extraño que se la remita después de que se ha retirado de su cargo, pero me siento más que obligado a hacerlo.
En un comunicado emitido por la dependencia en que laboró hasta hace muy poco, me enteré que se encontraba enfermo y que por tal motivo había utilizado un helicóptero pagado con recursos públicos, y por la larga carrera en su haber y sus numerosas credenciales, pensé que una excusa no cabría en usted a menos que fuera un mentiroso común y corriente.
Sin embargo me di cuenta con los días, que no importa la altura, ya sea por las alas que dan las convenientes amistades o las que da un helicóptero, que una simple excusa para evitar el regaño alcanza a cualquiera a pesar de volar muy alto. Los recursos públicos, dinero que solo veo en mi recibo de nómina marcado como aportación a la vida institucional y que quisiera ver reflejado a mi alrededor cuando salgo a la calle, me hacen preciso mandarle esta misiva.
En un primer momento no le di importancia, son tantas mis actividades y tan complicada mi estabilidad, que la verdad estuve tentado a dejarlo pasar, dejar que se fuera como tantas cosas de la agenda pública. Sin embargo tenía usted en especial un importante cargo que requería un mínimo de sinceridad y de valor civil, pues me preocupa en gran medida la facilidad con la que escapa y se refugia en las sombras. Eso es parte de lo que le reclamo ahora.
Tal vez a estas alturas le parezca raro que alguien le escriba cuando ya ha terminado algo que parece una desafortunada circunstancia, oscuridad que no esperaba, y que para usted, que se dice respetuoso de la ley, solo parece ser una prueba para su calidad moral y su congruencia como persona.
El pasar la vida en altos vuelos me parece bastante bueno y me haría feliz vivir así en caso de que tuviera la oportunidad, sin embargo, si tuviera la mala suerte de que me atraparan “con las manos en la masa” o como en su caso con las maletas de las vacaciones, no podría más que aceptar mis actividades contrarias a la ley y retirarme del cargo con dignidad.
Tengo que aceptar que no es tan difícil encontrar una actitud como la suya, no obstante en aquella frase de su despedida en la que menciona que usted es respetuoso de la ley, y que es la llamada a la congruencia su guía para tomar esta decisión, no tengo más remedio que presentarle esta protesta por tal mentira. Y es que al final, fue por un ciudadano que estaba presente en el momento justo, que nos enteramos de la comodidad de su viaje en familia; del hecho de que su respeto por la ley solo aparece cuando es descubierto; que emplea los recursos de la dependencia para encubrir con pequeñas excusas sus actos; y que sufre de doloroso malestar, cuando en la realidad se exhibe con regocijo y burlándose de los ciudadanos.
Hizo mentir a los demás en su favor apareciendo como víctima, pero para su desgracia, la verdad salió muy pronto a relucir. No se pudo cubrir con la ayuda de acomedidos cómplices en las Cámaras, ya sea en las más altas o en las de los oscuros sótanos, de aquellas fotografías de un indignado y de las notas en los medios de comunicación.
Unas bellas vacaciones en otro país parecían, lo admitido, una buena idea. Un lugar lejano y suntuoso en donde la falta de agua no afecta.
Me he sentido indignado por muchas cosas últimamente, sin embargo en esta semana usted es el protagonista principal, con una mentira que deja claro la altura que tiene y no la altura a la que le gusta viajar.
Usted es uno más de los caídos del sexenio, pero en verdad no encuentro satisfacción en su partida, me gustaría que regresara, pero para ser sincero consigo mismo y con los que pagamos su salario, que nos hablara más allá de su viaje familiar en helicóptero, de los lucrativos negocios que se podrían hacer a costa de la sed y la necesidad de los que no tienen acceso al agua.
El cargo que tuvo le dio onerosas oportunidades, pero si ahora se encuentra solo en las sombras del sistema, me gustaría que recordara que ser funcionario no es un permiso para ver a los demás a lo lejos como hormigas, y menos si lo hace con el dinero de éstos, esperaría de antemano que los recursos que pago todo el tiempo por conducto de mis impuestos se usaran para engrandecer al país, más que para engrandecer el ego de uno de sus burócratas. No es viable un modelo de negocios en el que solo gane usted. Le invito a que diga la verdad y se comporte como alguien que no respetó la ley por esconderse en la mentira y la influencia, que dé la cara y diga la verdad, que explique que abandona la comisión que tuvo en sus manos no por congruencia sino precisamente por la falta de ésta.
De verdad que si lo hiciera sería el primero en proclamarle mi respeto por ser coherente, por lo menos con las palabras que ha dicho de usted mismo. Debe creerme que como en aquel “día de la foto”, no tiene de otra, pues se encuentra en esa posición o en la de ocultarse de nuevo y permanecer en las sombras, lejos de los reflectores, y con el tiempo, hacerse socio de aquellas empresas en las que vio usted una mina de oro negro.
Me despido de usted esperando que pueda atender este llamado a la verdad y a la congruencia que mencionó el día que tuvo que dejar el trabajo que la nación le encomendó sin que pudiera a bien realizarlo.



Soy sinceramente su servidor.

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