viernes, 22 de mayo de 2015

Jara: La pesadilla que está por terminar.

Hugo Rangel Vargas

Hombre extraído del mundo de la academia, Salvador Jara Guerrero fue sustraído de sus actividades como Rector de la máxima casa de estudios nicolaita el 20 de junio de 2014 para ser puesto al frente de los destinos de Michoacán, ello en medio de una clara crisis de gobernabilidad y de un profundo cuestionamiento hacia la legitimidad de las formas en cómo la clase política priista había entrado a la casa de gobierno.

335 días han transcurrido desde el encumbramiento del académico al solio de Ocampo; 11 largos meses sin asosiego para Jara Guerrero y para la entidad, y de los cuales al menos 7 de ellos tuvieron como verdadero centro de poder al comisionado Alfredo Castillo Cervantes; alrededor de 48 semanas en las que los traspiés del gobernador han evidenciado la indolencia de quien llega a una alta investidura por acuerdos palaciegos alejados de la soberana voluntad popular.
                                       
La elocuencia estridente de un gobernador que ha destacado por su frivolidad capaz de hacer viajes faraónicos hacia el extranjero en medio de la multicitada crisis michoacana, la facilidad del extravío de un mandatario que minimiza actos de violencia tratando de reducirlos mediáticamente a supuestas situaciones aisladas, la cerrazón de parte de un gobernante que califica las críticas de la oposición y de la opinión pública como "golpes bajos" y la ausencia de una posición clara de su gobierno en temas sustantivos como los grupos de autodefensa o los escándalos de la clase política que le precedió al frente de los destinos de Michoacán; son todos síntomas de un evidente extravío de parte del gobierno jarista.

Con más pena que gloria y autocolocado en el exilio al inicio del proceso electoral en la entidad, Salvador Jara se aprestó al ocaso de su gobierno como quien se dispone a cerrar sus ojos en medio de una noche oscura de la que sólo se desea que termine. Apabullado por la agenda que dictan los aspirantes en las múltiples campañas políticas que atraviesan la entidad y destronado de su exposición mediática por los recurrentes video escándalos de una casta de políticos a la que había llegado a lavarle la cara con su inmaculado halo de un "científico", Jara ha reducido su protagonismo y liderazgo a la mínima expresión.

Así las cosas, las posibilidades del gobernador interino de salir al frente de los destinos de Michoacán se han reducido aparentemente al limitadísimo papel del control de daños frente a situaciones de crisis tal como ha ocurrido con el reciente crimen del candidato a la alcaldía de Yurécuaro por MORENA, hecho que para no variar la tónica, intentó ser minimizado por el mandatario.

La conducción política del proceso electoral, coyuntura fundamental para los destinos de Michoacán dado que se trata de la primera elección concurrente y en la que se restablecerá el mandato sexenal del próximo gobernador, ha comenzado a hacerle agua a Jara Guerrero. Muestra de ello es el abandono de algunos partidos de la mesa de seguridad y los señalamientos de parte de los partidos de oposición, fundamentalmente de los partidos de izquierda, en relación a su intervención en el proceso electoral; situación que ya mereció una amonestación pública por parte del IEM hacia el mandatario estatal.

Visiblemente minimizado, con la ciudadanía volteando hacia las campañas más que al balance de la administración que ésta por concluir, con una agenda dictada por las promesas propias del proselitismo que concurre día a día en Michoacán y sin nada que ofrecer a la conducción del proceso electoral más que la simple ayuda del que no estorba; Jara Guerrero está a 132 días de concluir lo que seguramente ha sido toda una odisea para el académico y toda una pesadilla para los michoacanos.

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