Hugo Rangel Vargas
Hombre extraído del mundo de la academia, Salvador Jara Guerrero
fue sustraído de sus actividades como Rector de la máxima casa de estudios
nicolaita el 20 de junio de 2014 para ser puesto al frente de los destinos de
Michoacán, ello en medio de una clara crisis de gobernabilidad y de un profundo
cuestionamiento hacia la legitimidad de las formas en cómo la clase política
priista había entrado a la casa de gobierno.
335 días han transcurrido desde el encumbramiento del académico al
solio de Ocampo; 11 largos meses sin asosiego para Jara Guerrero y para la
entidad, y de los cuales al menos 7 de ellos tuvieron como verdadero centro de
poder al comisionado Alfredo Castillo Cervantes; alrededor de 48 semanas en las
que los traspiés del gobernador han evidenciado la indolencia de quien llega a
una alta investidura por acuerdos palaciegos alejados de la soberana voluntad
popular.
La elocuencia estridente de un gobernador que ha destacado por su
frivolidad capaz de hacer viajes faraónicos hacia el extranjero en medio de la
multicitada crisis michoacana, la facilidad del extravío de un mandatario que
minimiza actos de violencia tratando de reducirlos mediáticamente a supuestas
situaciones aisladas, la cerrazón de parte de un gobernante que califica las
críticas de la oposición y de la opinión pública como "golpes bajos"
y la ausencia de una posición clara de su gobierno en temas sustantivos como
los grupos de autodefensa o los escándalos de la clase política que le precedió
al frente de los destinos de Michoacán; son todos síntomas de un evidente
extravío de parte del gobierno jarista.
Con más pena que gloria y autocolocado en el exilio al inicio del
proceso electoral en la entidad, Salvador Jara se aprestó al ocaso de su
gobierno como quien se dispone a cerrar sus ojos en medio de una noche oscura
de la que sólo se desea que termine. Apabullado por la agenda que dictan los
aspirantes en las múltiples campañas políticas que atraviesan la entidad y
destronado de su exposición mediática por los recurrentes video escándalos de
una casta de políticos a la que había llegado a lavarle la cara con su
inmaculado halo de un "científico", Jara ha reducido su protagonismo
y liderazgo a la mínima expresión.
Así las cosas, las posibilidades del gobernador interino de salir
al frente de los destinos de Michoacán se han reducido aparentemente al
limitadísimo papel del control de daños frente a situaciones de crisis tal como
ha ocurrido con el reciente crimen del candidato a la alcaldía de Yurécuaro por
MORENA, hecho que para no variar la tónica, intentó ser minimizado por el
mandatario.
La conducción política del proceso electoral, coyuntura
fundamental para los destinos de Michoacán dado que se trata de la primera
elección concurrente y en la que se restablecerá el mandato sexenal del próximo
gobernador, ha comenzado a hacerle agua a Jara Guerrero. Muestra de ello es el
abandono de algunos partidos de la mesa de seguridad y los señalamientos de
parte de los partidos de oposición, fundamentalmente de los partidos de
izquierda, en relación a su intervención en el proceso electoral; situación que
ya mereció una amonestación pública por parte del IEM hacia el mandatario
estatal.
Visiblemente minimizado, con la ciudadanía volteando hacia las
campañas más que al balance de la administración que ésta por concluir, con una
agenda dictada por las promesas propias del proselitismo que concurre día a día
en Michoacán y sin nada que ofrecer a la conducción del proceso electoral más
que la simple ayuda del que no estorba; Jara Guerrero está a 132 días de
concluir lo que seguramente ha sido toda una odisea para el académico y toda
una pesadilla para los michoacanos.
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