Eduardo Ibarra Aguirre
“Viene un golpe de Estado electoral”, postula
Ricardo Pascoe Pierce en su colaboración para Excélsior (29-V-15) y a renglón
seguido sostiene: “El acuerdo PRD-Los Pinos es para derrotar a López Obrador
muy particularmente en el DF.”
De
confirmarse la denuncia hecha por el embajador de México en Cuba (2000-02) –cuando Jorge Castañeda alineó más y mejor la política
exterior mexicana a los intereses geopolíticos de Washington–, y después lo despidió, estaríamos ante un hecho
grave porque alteraría severamente la voluntad popular.
Explica
el también delegado de Benito Juárez (1997-2000) que “Las
muestras de la decisión se divisan por toda la ciudad. Día con día los
comentarios abundan, mientras el asombro crece. Primero era un pequeño fluir de
un riachuelo; hoy, es un torrente que pretende convencer a la ciudadanía de ser
incontenible. La decisión la tomó, debemos suponer, el propio jefe de Gobierno
del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, con toda conciencia: se gastará lo
que se tenga que gastar para imponer al PRD, con amplia mayoría, en la ciudad.
Se comprará la cantidad de voluntades que sean necesarias para asegurar la
mayoría perredista en delegaciones y en la Asamblea Legislativa del Distrito
Federal. La decisión es imponerse ‘a la legalona’, aunque carezca de
legitimidad.”
La intención es parar a
Andrés Manuel “antes de que sea demasiado tarde”. En diversos ámbitos, en
particular en Televisa y Televisión Azteca es más que evidente, ostentoso, el
nerviosismo que generan los anuncios televisivos del Movimiento Regeneración
Nacional a cargo de AMLO y el, a su juicio, “extraordinario reposicionamiento”
que logra entre la ciudadanía a tres años de la elección general de 2018.
El presunto o real acuerdo
entre la dirigencia del Partido de la Revolución Democrática, con Nueva
Izquierda a su cabeza, y el titular del Ejecutivo federal, contempla a juicio
del antes dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores y, después,
del Movimiento al Socialismo, pasa por adelantar el lanzamiento de la
candidatura de Mancera Espinosa a la Presidencia.
En opinión del también exdiputado trotskista el acuerdo entre los líderes de los mejor conocidos como Los Chuchos y Los Pinos incluye en primer a instancia derrotar a Morena en el DF.
Lo anterior implica
“arrasar con toda la oposición” como daño colateral de una decisión política.
Derrota que le conviene al Revolucionario Institucional para refrendarse en la
Presidencia en 2018, como al sol azteca para no hundirse el próximo domingo en
las urnas.
Algunos de los costos de
la magna operación política tricolor y amarilla
implicará que “la corrupción deberá extenderse en niveles nunca vistos”,
incluso con la amenaza “de cortarle el empleo a miles de personas si no votan
por el PRD, perseguir a actores políticos, periodistas y empresarios, intimidar
con violencia en sectores vulnerables. Es decir, una severa degradación de la
vida social y política de la ciudad entera.”
De los pocos datos
registrados sobre la trayectoria Ricardo, a lo que es preciso agregar su
cercanía con Cuauhtémoc Cárdenas y que fungió como oficial mayor del GDF con
Rosario Robles, puede colegirse que hablamos de un político serio, que no se
cuece al primer hervor y menos aún que esté vinculado a Morena.
Justamente por el alcance
y gravedad de su denuncia, aunque por supuesto que no brinda datos y fuente, el
proyecto político que exhibe “Es un golpe de Estado electoral, por la
pretensión de imponerle a la ciudadanía una hegemonía absolutista que no
contempla la pluralidad ni la diversidad existente.” Deseo se equivoque Pascoe
o mejor aún, que la masiva afluencia de votantes a las urnas lo haga imposible.
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