domingo, 31 de mayo de 2015

En torno al “golpe de Estado electoral” PRI-PRD

Eduardo Ibarra Aguirre

“Viene un golpe de Estado electoral”, postula Ricardo Pascoe Pierce en su colaboración para Excélsior (29-V-15) y a renglón seguido sostiene: “El acuerdo PRD-Los Pinos es para derrotar a López Obrador muy particularmente en el DF.”

De confirmarse la denuncia hecha por el embajador de México en Cuba (2000-02) cuando Jorge Castañeda alineó más y mejor la política exterior mexicana a los intereses geopolíticos de Washington, y después lo despidió, estaríamos ante un hecho grave porque alteraría severamente la voluntad popular.
Explica el también delegado de Benito Juárez (1997-2000) que “Las muestras de la decisión se divisan por toda la ciudad. Día con día los comentarios abundan, mientras el asombro crece. Primero era un pequeño fluir de un riachuelo; hoy, es un torrente que pretende convencer a la ciudadanía de ser incontenible. La decisión la tomó, debemos suponer, el propio jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, con toda conciencia: se gastará lo que se tenga que gastar para imponer al PRD, con amplia mayoría, en la ciudad. Se comprará la cantidad de voluntades que sean necesarias para asegurar la mayoría perredista en delegaciones y en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. La decisión es imponerse ‘a la legalona’, aunque carezca de legitimidad.”
La intención es parar a Andrés Manuel “antes de que sea demasiado tarde”. En diversos ámbitos, en particular en Televisa y Televisión Azteca es más que evidente, ostentoso, el nerviosismo que generan los anuncios televisivos del Movimiento Regeneración Nacional a cargo de AMLO y el, a su juicio, “extraordinario reposicionamiento” que logra entre la ciudadanía a tres años de la elección general de 2018.
El presunto o real acuerdo entre la dirigencia del Partido de la Revolución Democrática, con Nueva Izquierda a su cabeza, y el titular del Ejecutivo federal, contempla a juicio del antes dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores y, después, del Movimiento al Socialismo, pasa por adelantar el lanzamiento de la candidatura de Mancera Espinosa a la Presidencia.

En opinión del también exdiputado trotskista el acuerdo entre los líderes de los mejor conocidos como Los Chuchos y Los Pinos incluye en primer a instancia derrotar a Morena en el DF.
Lo anterior implica “arrasar con toda la oposición” como daño colateral de una decisión política. Derrota que le conviene al Revolucionario Institucional para refrendarse en la Presidencia en 2018, como al sol azteca para no hundirse el próximo domingo en las urnas.
Algunos de los costos de la magna operación política tricolor y amarilla  implicará que “la corrupción deberá extenderse en niveles nunca vistos”, incluso con la amenaza “de cortarle el empleo a miles de personas si no votan por el PRD, perseguir a actores políticos, periodistas y empresarios, intimidar con violencia en sectores vulnerables. Es decir, una severa degradación de la vida social y política de la ciudad entera.”
De los pocos datos registrados sobre la trayectoria Ricardo, a lo que es preciso agregar su cercanía con Cuauhtémoc Cárdenas y que fungió como oficial mayor del GDF con Rosario Robles, puede colegirse que hablamos de un político serio, que no se cuece al primer hervor y menos aún que esté vinculado a Morena.
Justamente por el alcance y gravedad de su denuncia, aunque por supuesto que no brinda datos y fuente, el proyecto político que exhibe “Es un golpe de Estado electoral, por la pretensión de imponerle a la ciudadanía una hegemonía absolutista que no contempla la pluralidad ni la diversidad existente.” Deseo se equivoque Pascoe o mejor aún, que la masiva afluencia de votantes a las urnas lo haga imposible.

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