Hugo Rangel
Vargas
Imagen de aporrea.org |
El presente año
dio paso a una nueva legión de gobernadores y alcaldes que estarán al frente de
los gobiernos de 9 estados de la república y de 903 municipios. Los primeros
días de estas nuevas administraciones resultarán determinantes en la impresión
que los ciudadanos generen sobre de ellas y seguramente influenciarán la
relación entre gobernantes y gobernados en el conjunto del período para el cual
fueron electas estas autoridades.
Sin embargo, el
reto para los nuevos alcaldes y gobernadores es de gran envergadura, no sólo
porque tienen que demostrar resultados en tiempo breve, sino también por la
gran decepción que sienten los mexicanos hacia el sistema democrático. Y es que
la última encuesta de la Corporación Latinobarómetro levantada en el 2013,
apenas un 20.5 por ciento de los mexicanos se dicen estar satisfechos con el
funcionamiento de la democracia.
La razón de la
insatisfacción la arroja el propio ejercicio demoscópico de Latinobarómetro al
demostrar una fuerte asociación entre quienes se dicen insatisfechos con el
funcionamiento de la democracia y quienes señalan que la situación económica
del país es mala o muy mala. A no dudar, la calificación de los ciudadanos
hacia su régimen democrático, está correlacionada a la capacidad de la economía
de dar solución a las necesidades de éstos.
El entorno
económico al que se enfrentaran las nuevas autoridades no es nada halagüeño,
por lo que hacer que retorne la confianza de los ciudadanos al funcionamiento
de su sistema político será sin duda una tarea titánica para los recién electos
alcaldes y gobernadores. Y es que para la atención de las demandas de los
ciudadanos, los límites económicos que tienen los gobiernos locales son
demasiado estrechos y amenazan con acortarse aún más en el próximo año.
Para nadie es
desconocido que en México prevalece un régimen de coordinación fiscal caduco al
que hay que agregar una débil recaudación de los gobiernos locales que los hace
depender prácticamente de las transferencias de la federación: los municipios
generan el 2.9 por ciento de los ingresos totales del país, pero gastan el 8.3
por ciento. Por su parte los gobiernos
estatales generan el 6.7por ciento de los ingresos y gastan alrededor del 31.7
por ciento.
Sin un esfuerzo
recaudatorio por parte de los gobiernos locales que sea visible en el corto
plazo, en el próximo 2016 las presiones financieras que tendrá el presupuesto
público de la federación, obligará seguramente a dar un torzón de cierre a la
llave de la que salen recursos hacia los estados y municipios.
Si bien la
Secretaría de Hacienda ha dado a conocer que ya contrató una cobertura para los
precios del petróleo y que ésta permitirá garantizar que el precio del barril
se ubique en los 49 dólares, la dependencia de los ingresos federales hacia las
condiciones del mercado del hidrocarburo sigue siendo la piedra de toque que
podría presionar a la baja las participaciones federales de los estados y los
municipios.
Tal como lo ha
señalado la calificadora de riesgo Moody’s en un reciente informe dado a
conocer en días pasados, “el precio del petróleo que sustenta el presupuesto
federal está determinado parcialmente por la fórmula que se basa en que los
precios spot y de futuros. Si los precios de mercado del petróleo continúan
bajos en 2016, el precio del petróleo considerado en el presupuesto tendrá que
ajustarse a la baja, provocando una reducción o desaceleración en ritmo de
crecimiento de las transferencias del gobierno federal a los gobiernos locales”.
Una fuente
adicional de ingresos para el gobierno federal, y que determina buena parte de
la bolsa de recursos que se reparte entre estados y municipios, es la
recaudación de impuestos que hace el gobierno de la república. Sin embargo en
una economía en franco estado de desaceleración, la recaudación de impuestos se
deprime también. En este sentido los datos no son alentadores ya que apenas el
día de ayer la Secretaría de Hacienda redujo la expectativa de crecimiento para
el 2015 en casi medio punto porcentual y para el próximo 2016 el panorama
también se muestra en retroceso.
El entorno
demandará sin duda alguna, todo el talento y las capacidades de los nuevos
alcaldes y gobernadores. Los primeros días y meses de sus administraciones
tendrán el grillete de la carencia de recursos económicos. Sin embargo, el
talento ciudadano podría ser una salida que ayude a sanear la desconfianza que
ya existe hacia la democracia. Hacer de esta un estilo de gobierno podría
ofrecer y agregar creatividad a los gobiernos locales en un entorno de crisis
económica.
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