Pablo Gómez
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La crisis del PRD se asemeja a una situación en la que los
habitantes de una casa dejan durante años que ésta se deteriore sin hacer la
menor reparación. Cuando el lugar se vuelve inhabitable tienen que hacer toda
una obra urgente y costosa si quieren seguir viviendo en el mismo sitio. Una
mayoría en el PRD se negó durante mucho tiempo a realizar reformas y a cambiar
de línea política de tal manera que ahora, cuando ya nadie puede negar la
crisis de la conducta vieja, entonces será mucho más penoso y difícil realizar
un vuelco.
No se construye una fuerza alternativa sin ser la oposición.
De momento, suele parecer que el oponerse casi a todo no da resultados pero,
cuando la crisis del poder se torna grave, el opositor puede lograr que se
entienda su propuesta. La cuestión consiste también, por tanto, en tener esta
última, sin la cual no puede haber oposición en sentido completo. El PRD ha
navegado sin una propuesta nacional. Como a todos los partidos, la búsqueda del
poder lo había unido hasta que se produjo la división, pero no hubo durante más
de una década la necesaria unidad en el propósito transformador. Esta situación
la hemos visto durante años de gestión gubernamental en no pocos sitios y en los
parlamentos. Después del año 2000 se definió a la izquierda perredista como el
partido que busca la instauración del Estado democrático y social de derecho,
pero este planteamiento no fue suficiente para armar una propuesta opositora,
es decir, una nueva política económica y una plataforma de reformas al régimen
político dentro del marco de un plan concreto.
El PRD ha dado la impresión de que es un partido en el que
cada cual entiende las cosas a su modo. Y así es. No hay una política igual
para las entidades y municipios gobernados por los perredistas. En todas partes
se aplica una política temporalera.
En algunos lugares se han conseguido importantes reformas pero, en otros,
ninguna se hizo. El partido jamás le ha exigido a alguno de sus gobernantes que
haga o deje de hacer algo. Esto es increíble pero es rigurosamente cierto. Por
otro lado, no puede ocultarse que algunos dirigentes locales del PRD están
subordinados al respectivo gobernador de otro partido o sin partido.
Al lado de lo anterior, el PRD ha carecido de una dirección propiamente dicha. Su estructura de corrientes es el resultado de que en el partido predomina la política de la no exclusión y de que todos los grupos tienen derecho a participar en los órganos internos y el reparto de candidaturas. Sin embargo, como no existe ninguna corriente mayoritaria y como todos los grupos son titubeantes en cuanto a la política a seguir, lo que hemos tenido es una falta de liderazgo en el sentido de ausencia de una línea definida y de una práctica de tomar decisiones a tiempo, con destreza y en firme.
¿Cuál es el discurso del PRD? En concreto eso no se sabe, hay
que esperar cada coyuntura para escuchar algo al respecto. Esto se nota en lo
que dicen y proponen sus gobernantes y legisladores al igual que sus dirigentes
formales, pero se nota mejor en lo que callan que es con mayor frecuencia más
que lo declarado. Se afirma que el PRD carece de una política de comunicación
social, lo cual es cierto, pero eso no es tan grave como carecer de unas ideas
para ser comunicadas.
La política de alianzas del PRD ha sido errática como
consecuencia de todo lo anterior. Se han llegado a pactar en forma virtual
alianzas con el PRI. Los gobiernos encabezados por panistas con el apoyo del
PRD han desfondado a este partido. No hay en realidad base alguna para
compartir responsabilidades de gobierno con el PAN o con el PRI. Entonces, lo
que se hace es ubicar al PRD como factor del triunfo de un candidato pero en
ausencia de todo compromiso de gobierno en cuanto a programa y cargos. Esta es
la forma más desordenada de llevar a cabo alianzas, es decir, sin política.
En realidad, el PRD se encara ahora con él mismo antes de
hacerlo con los otros partidos. Su situación podría cambiar en la medida en que
haga modificaciones muy fuertes de su política y de su forma de tomar y aplicar
las decisiones. La cuestión no es tan difícil pero depende, como siempre, de
los jugadores que van a salir a la cancha. Si estos no saben ni por dónde
empezar, nada se logrará. Aquí está el detalle, la condición primera para
lograr un vuelco del PRD.
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