POR: VIVERO BETZABETH
Imagen de ibero909.fm/ tomada de www.posta.com.mx |
Se vuelve relevante hacer alusión en
que el Estado mexicano está fracasando en su función fundamental de garantizar
la seguridad a las personas. El uso legítimo de la fuerza se implementa sin garantías, sin
respeto a la vida. La misma violencia se aplica a integrantes del crimen
organizado como a estudiantes. La respuesta es similar: se les ejecuta y/o
desaparece. Este año el Ejército y la Policía mataron a personas desarmadas. La seguridad es el principal problema del país
según los mexicanos.
El problema de la
violencia e inseguridad no es nuevo, lleva años gestándose. Recordemos las
matanzas de civiles por grupos armados en Aguas Blancas, Guerrero o Acteal en
el municipio de Chenalhó, Chiapas, en la década de los años noventa. El Estado
mexicano no evitó esas masacres, tampoco reaccionó. Al contrario, se volvió más
poroso. No es novedad que las instituciones para garantizar la seguridad estén
infiltradas por el crimen organizado, como ha quedado demostrado en Iguala.
En
el devenir del tiempo en nuestro país México,
como en la mayoría de países sobre todo latinoamericanos, existe una
total desconfianza en la policía y el ejército, instituciones que cuentan con
el poder de la coacción otorgado por el Estado a través de leyes, sin embargo
la confianza que alguna vez se tuvo en estas instituciones (policía y
ejército), con sus actuaciones se ha perdido, pues cada vez sus intervenciones
son más terroríficas y muchas veces sin respetar el estado de derecho, en sus
actuaciones de acuerdo con su forma de llevarlas a cabo tal pareciera que
obedecen no a la ley sino a grupos de interés los cuales solo persiguen
beneficios personales a costa del maltrato a avasallamiento de la sociedad, lo
anterior origina el descredito de estas instituciones como ya lo mencione,
porque esa es la percepción que el pueblo tiene.
Se
podrán crear cantidad de leyes; pero si estas no se respetan de nada sirven, es
preciso que se retomen los ideales de alcanzar paz, seguridad y el estado de
bienestar, para ello nuestras instituciones se tienen que reinventar sin que
pierdan el objetivo de que su misión es el orden y el buen vivir de la sociedad
a la que le sirven no aun pequeño grupo que cuenta con la riqueza de nuestro
país, cuando esto se entienda y sea una realidad, entonces y solo entonces
dejará de existir el terror que la sociedad sientes por la policía y el
ejército, sé que lo que escribo puede ser cierto o que solo sea mi apreciación
personal, sin embargo es el sentimiento que mucha gente expresa aunado a las
violaciones a los derechos humanos que a diario vemos en las noticias y en las
calles.
La ciudadanía muestra parte de su
desafección política con la baja confianza en algunas instituciones importantes
para el funcionamiento democrático, como el caso de los diputados y partidos
políticos. En ocasiones, ofuscados por ganar las elecciones, prestan sus siglas
al candidato-delincuente con tal de asegurar un triunfo.
Las actitudes de desconfianza y
autoritarias también están presentes en los ciudadanos. Otro dato interesante
para interpretar la debilidad democrática de los ciudadanos es dónde adquieren
su información política, ya que la información política de los medios de
comunicación favorece el escándalo antes que la reflexión. ¿Cómo influye está
información en las valoraciones y decisiones políticas del mexicano?
Pero no todo está perdido para el
Estado mexicano; mantiene funciones como cobrar impuestos, organiza elecciones
cada 3 años para renovar el poder legislativo y cada 6 años para el ejecutivo.
Lo mismo sucede a nivel local. Los ministros de la Suprema Corte de Justicia
son nombrados por el legislativo, la Constitución se reforma y permite la
inversión privada en el sector energético, se firman tratados internacionales,
y el presidente de la República asiste a la ONU y es recibido como jefe del
Estado mexicano en otros países. De algún modo las funciones y protocolos del
Estado se mantienen.
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