Pablo
Gómez
Foto de oaxacaentrelineas.com/ |
Durante los doce años en que Acción Nacional tuvo en sus
manos el Poder Ejecutivo demostró que no comparte la lucha por conquistar un
Estado democrático de derecho. La corrupción siguió siendo un sistema estatal,
la legalidad mantuvo su inmensa deficiencia, la administración pública fue
prácticamente la misma, la relación de poderes empeoró, la Constitución sufrió
varios golpes promovidos por el Ejecutivo con reformas contrarias a los
derechos humanos, la policía y la procuración de justicia siguieron el mismo
patrón anterior, el diálogo político siempre se produjo en medio de engaños,
los altos sueldos y demás privilegios de los mandos se incrementaron, el poder
se siguió usando para propósitos ilegítimos, la impunidad se mantuvo en los más
altos niveles mundiales.
¿Cuál sería el propósito de que desde la izquierda se buscaran
alianzas electorales con el PAN aunque fueran “casuísticas”? La respuesta no
podría ser más que obtener posiciones de poder, puestos, pero, ¿para qué? En
1999 el PRD abrió con el PAN unas negociaciones para convenir un programa hacia
el Estado democrático de derecho y para postular candidaturas comunes con el
fin de realizar la transición a la democracia sin el PRI pues este partido, a
toda evidencia, no estaba dispuesto a avanzar en esa dirección. Las
negociaciones se rompieron luego de que el PAN se atrincheró en que Vicente Fox
fuera el candidato común y, por tanto, rechazó la propuesta del PRD de que la
candidatura saliera de una votación abierta de carácter popular. En realidad el
PAN no estaba en la ruta de la transición al margen del PRI sino que buscaba
ganarle a éste pero sin llegar a las reformas democráticas, como en los hechos
se pudo comprobar sobradamente. La alternancia no es en sí misma transición
democrática.
Calderón fue algo peor pues le pegó a la Carta Magna e
inventó normas contrarias a los derechos humanos, declaró una guerra antinarcóticos
que no puede ganarse ni perderse, llevó al Ejército al lodazal de los
atropellos contra delincuentes y no delincuentes, por unos cuantos dólares
transó la aplicación de los planes de Washington en materia de narcotráfico,
aumentó los privilegios de la alta burocracia y no intentó en absoluto
perseguir la corrupción. En ese sexenio hubo un alarmante aumento del número de
presos políticos en el país.
Aliarse hoy con el PAN para integrar “gobiernos de coalición”
no es algo que pudiera inscribirse en el propósito de coadyuvar a una
transición democrática sencillamente porque ya vimos la inviabilidad práctica
de ese aliancismo. Moreno Valle es
como Mario Marín, el góber precioso,
y Yunes sería igual o peor que Duarte, por sólo poner dos ejemplos. La tesis renovada
dentro del PRD en el sentido de que hay que detener al PRI con alianzas
electorales con el PAN es como apoyar lo mismo que se rechaza. El cambio de
siglas no es nada. Lo importante, lo principal, la conquista de un Estado democrático
de derecho, seguirá postergado.
La perspectiva de la izquierda en unidad consiste en alcanzar
el tercio mayor en las elecciones dentro de una amplia concertación de fuerzas
progresistas. Ningún gobierno de coalición con PAN o PRI podría ser progresista,
ya no digamos democrático y menos aún apegado a la legalidad. El PRD no tendría
que pagar por el fracaso del PAN como fuerza democrática sino a costa de
lanzarse por una cuesta. Con las alianzas con el PAN en realidad el PRD se
haría inviable como instrumento de la democracia. Veremos pronto hasta donde se
puede evitar un nuevo desbarranco.
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