viernes, 25 de septiembre de 2015

La fortuna de papi

Jorge Mújica Murias

Foto de enmichoacan.com/
“Soy inmensamente rico” es una de las frases que Donald “El Trompas” Trump usó en su declaración de candidatura para participar en la elección presidencial del próximo año. Entendemos que la referencia es para que la gente confíe en que no necesita robar del erario, como si fuera un político vulgar y corriente. Como ya es inmensamente rico, no necesita corromperse.

Y sí, es inmensamente rico, pero su fortuna no la ha hecho él. Es fortuna familiar, heredada. Y la historia del origen de la fortuna familiar es bastante interesante.

Ubíquese el lector en 1880, cuando no se necesitaba visa para entrar en Estados Unidos y para hacerse ciudadano bastaba jurar con la mano sobre la Biblia ante cualquier funcionario. Friedrich Trump llega a Estados unidos, se cambia el nombre a Frederick, se hace ciudadano y se establece en Seattle, donde renta un restaurante llamado “The Poodle Dog” (el Perro del Charco”), que en el segundo piso tiene “cuartos privados para señoritas”. No era para hospedaje, sino para rentar por hora. Traducido, quería decir “burdel”, en vez de “restaurante”.

Poco después, Frederick se inventa un reclamo de una mina inexistente en las montañas de Monte Cristo, y consigue un préstamo de John D. Rockefeller, creador de la Standard Oil, y con el dinero pone otro hotel/burdel en unas tierras que ni eran suyas, para "servir" a la comunidad de mineros.

Abusado como él solo, vende su negocio cuando la mina está a punto de agotarse y entonces monta burdeles ambulantes en toda la ruta desde Washington hasta Alaska, hasta que la Policía Montada canadiense lo arresta y lo deporta a Alemania.

Para entonces ya tenía 600 mil dólares, una verdadera fortuna. En Alemania se casa con una joven, pero el país le quita la ciudadanía y lo expulsa por no haber pagado impuestos ni servido en el ejército. Ya en Estados Unidos nace su hijo Fred, papá de Donald, quien en los años 1930’s inventa el concepto de supermercados de autoservicio, despidiendo a todos sus trabajadores y haciendo que el cliente busque su propia mercancía. A su muerte, el papi de Donald tenía entre 300 y 400 millones de dólares, herencia que le deja a su hijito el Trompas.

La Fortuna del Té

Pero la de los Trum no es la única fortuna de dudoso origen. Muy contradictoriamente, la fracción política del Trompas en el Partido Republicano, el Tea Party (la “fiesta del te”) honra un evento histórico dedicado a defender … el contrabando.

La famosa “fiesta del té” se refiere al asalto de una flota de barcos para tirar por la borda el té que provenía de Inglaterra, en el puerto de Boston. Marca, históricamente, la primera acción de lo terminaría por convertirse en la guerra de independencia de Estados Unidos. Popularmente, se le conoce como una protesta contra los impuestos británicos sobre sus colonias americanas.

Nada más falso. La verdadera historia es la del contrabando de té holandés por parte de notables “próceres” de la independencia de Estados Unidos, entre ellos Samuel Adams, John Hancock (después vicepresidente del país), y Paul Revere.

Sucede que el corrupto gobierno inglés tenía una ley que le daba a una compañía, la East India, el monopolio absoluto sobre la venta de té en las colonias británicas de este continente. Años más tarde, la compañía se quejó amargamente de que perdía aproximadamente 400 mil dólares anuales porque los colonos se dedicaban a tomar té contrabandeado directamente de Holanda, aproximadamente la mitad de todo el té que se bebían.

El sistema era incluso favorecido por algunos gobernantes ingleses, que agarraban mordidas por cada barco cargado con te contrabandeado, y permitían que los barcos descargaran mercancías antes de llegar a Boston, que por decreto, era el único puerto “legal” donde se podía desembarcar porque era el único donde había aduana. Una vez pasada la inspección de la aduana, el barco regresaba por su carga contrabandeada.

El caso es que una nueva ley inglesa subsidió el té de la East India y consiguió hacerlo más barato que el té holandés de contrabando. Como buenos mercaderes, los contrabandistas y futuros próceres de la independencia no podían permitirlo, y vaciaron tres barcos de té de la East India en Boston.

El resto es historia … y fortunas.

El Trompas, que se queja amargamente de los mexicanos (y últimamente de los árabes y después será de los negros o los amarillos), y nos llama a todos “criminales”, debía darle una revisadita a su propia historia, la personal y la de su país. Con su fortuna, mal habida de origen, pretende comprar la presidencia de un país cuya fortuna es también mal habida de origen.

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