Eduardo Ibarra Aguirre
Mientras el
pasado fin de semana los noticiarios de Forotv (Televisa) convirtieron en
histórica la visita por realizarse de Enrique Peña Nieto a París, el señor de
Los Pinos retomó el guión del emporio de 13 de los 50 dueños de México, y sin
inmutarse declaró histórica su visita. Y la procuradora Arely Gómez, hermana
del doctor Leopoldo, vicepresidente de Noticieros del consorcio de Emilio
Azcárraga, ofreció 60 millones de pesos a los mexicanos que brinden información
que conduzca a la reaprehensión de Joaquín Guzmán.
Foto Huellas de México_huellas.mx |
La manía interesada del uso de apodos me recuerda al entonces presidente
de la Cámara de Diputados, Juan de Dios Castro, quien en una comida de trabajo
en el Club de Periodistas que se transmitía en vivo por radio, no paraba de
llamarle El Peje a AMLO. Cuando le mencioné el hecho corrigió enseguida: “el señor
jefe de Gobierno y licenciando Andrés Manuel López Obrador”. O un magistrado
capitalino y frustrado precandidato priísta a la gubernatura de Morelos que
también no paraba de hablar del Peje y a renglón seguido decía “el señor jefe
de Gobierno y licenciado Marcelo Ebrard”. La lambisconería más primitiva.
Tiene razón, sin embargo, Miguel Ángel Osorio, al reconocer que sin la
denuncia ciudadana es imposible recapturar a Joaquín Archivaldo Guzmán.
Imposible es también que el Estado triunfe sobre el crimen organizado si la
inmensa mayoría de los mexicanos (no “los buenos”, como en forma maniquea dice
Ricardo Salinas Pliego y se incluye entre ellos), no se deciden a participar en forma sistemática
en el combate al crimen organizado.
No coadyuva a estimular tal participación el objetivo de la Procuraduría
General de la República de comprar, en este caso con 60 millones de pesos, el involucramiento
ciudadano en la recaptura de Guzmán.
Tratar a los ciudadanos como delatores, reconvertirlos a esa condición
miserable a cambio de la millonaria recompensa que no ofrecen por Ismael
Zambada (30 millones), Juan José Esparagoza (la misma cantidad aunque podría
estar muerto), Juan Pablo Ledezma (15 millones) y Maxiley Barahona Nadales (10
millones de pesos), es por completo ajena a las obligaciones que los ciudadanos
tienen con su país.
Justamente lo anterior es sólo una parte
de la descomposición cívica y ética que padece México a partir de que el éxito
individual, económico y material sobre todo, fue superpuesto a la sociedad, la
familia y la comunidad como la piedra de toque por “el sistema de acumulación
de dinero, el ídolo que produce sufrimiento y
miseria y mata a las personas”, para decirlo en palabras de Leonardo Boff.
No hay comentarios:
Publicar un comentario