lunes, 13 de julio de 2015

Evaluación en el GDF

Eduardo Ibarra Aguirre

A diferencia del gobierno de la república que con cierta frecuencia somete a riesgosas pruebas con algunos de sus actos y decisiones esta condición de México, el jefe de Gobierno del Distrito Federal solicitó ordenó, sería lo correcto escribir porque nadie puede desacatar la “solicitud”, la presentación de la renuncia a todos los integrantes de su gabinete.
La decisión de Miguel Ángel Mancera, asumida tras los muy malos resultados obtenidos para su formalmente no partido, el de la Revolución Democrática,  fue dada a conocer pasadas las 17:30 horas del jueves 8, en una llamada conferencia de prensa con un mensaje de dos minutos de duración y sin mediar pregunta alguna. Es decir, cualquier cosa menos rueda de prensa, sólo un acto con colegas en el papel de testigos mudos, cuando el hecho trascendió 3.5 horas antes y los “renunciantes” fueron incapaces de asumir una conducta coherente ante los reporteros que indagaban sobre el terma, lo cual revela que ni para sortear a los periodistas dieron el ancho los funcionarios capitalinos que serán evaluados, y algunos de ellos evidenciaron que no estaban enterados.
El doctor Mancera recordó que “Como siempre he reiterado, todo mi gabinete, todo, sin exclusión, se encuentra en constante proceso de evaluación”. Cierto, lo dijo varias veces en distintas oportunidades. Pero sin mediar la emergencia del Movimiento Regeneración Nacional como la principal fuerza política por lo menos en la Asamblea Legislativa, y el modesto pero muy publicitado avance del partido del presidente y de Acción Nacional, no sería usted testigo del esfuerzo que emprende el jefe del GDF para adecuarlo al profundo reacomodo político-electoral que operó en la capital de México, tras los comicios del 7 de junio, más lo que agreguen los tribunales electorales.
La reconfiguración del mapa político en la ALDF y en la mayoría de las jefaturas delegacionales es no sólo un hecho sin precedente e indispensable de asumir en todas sus consecuencias para que la gobernanza de la ciudad sea viable. Para que los problemas de los gobernados sean asumidos más y mejor de lo que fueron durante los últimos 2.5 años. También para que no se cumpla el pronóstico que hacen los críticos sistémicos de las izquierdas, que el DF será campo de batalla para la disputa temprana entre Morena y PRD por el Antiguo Palacio del Ayuntamiento y que los ciudadanos pagarán las consecuencias de una presunta disputa tribal. No falta intelectual asalariado de Televisa, como Jorge Germán Castañeda, que todo lo reduce a la pelea por la chequera del GDF.
En contrapartida, otros establecen parangón entre lo decidido por el antes procurador capitalino y el reajuste ministerial de la presidenta de Chile, realizado hace dos meses. Está por verse el verdadero alcance.
Cierto es que con la recomposición político-electoral producida por un electorado informado y demandante, con todo y las inducciones y hasta manipulaciones clientelares a las que no fue ajeno, los márgenes para los cambios de funcionarios sin alterar políticas y programas de gobierno parecieran ser estrechos. Particularmente cuando las prácticas de la corrupción al decir de muchos observadores y analistas sellan a buena parte de la institucionalidad capitalina, apuntan que hasta convertirse en el aceite que hace funcionar a la maquinaria del entramado gubernamental, como en los mejores (o peores) tiempos en que el partido tricolor despachaba en el muy vertical y más autoritario Departamento del Distrito Federal, dependiente de la Presidencia tan absolutista como corruptora. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario