lunes, 13 de julio de 2015

Desasosiego magisterial más allá de la CNTE

Eduardo Ibarra Aguirre

Las expresiones de descontento en la plaza pública de miles de profesores en decenas de ciudades de los estados de Colima, Guanajuato y Tamaulipas en contra del tipo de evaluación que aplica la Secretaría de Educación Pública y el  
Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación –punitiva la llaman sus impugnadores, en lugar de la diagnóstica como la que se aplica en Finlandia, dicen otros–, muestra que algo cambia en la amplia y diversa base del sindicato dirigido por Juan Díaz. Y que si bien al sustituto e incluso traidor de la aún prisionera (¿política?) Elba Esther Gordillo, pareciera no inquietarle, el gobierno está en la obligación de tomar cartas en el asunto si le interesa tanto como dice la reforma, y antes de que el conflicto acaso lo desborde.
Reforma educativa, según sus arquitectos, o administrativa y laboral, al decir de sus críticos, pero todo indica que diseñada en las oficinas de París del tamaulipeco José Ángel Gurría, e impulsada por los dueños de Televisa y sus socios mercantiles y políticos, cuando es la empresa de Emilio Azcárraga la principal rémora de la tarea educativa con su programación y contenidos de telebasura, con la excepción del Canal 4, dirigido a una audiencia más informada, culta y demandante.
Es la televisora más grande e importante de habla hispana en la aldea global, la que más polariza a las partes en conflicto al linchar diariamente, como en los tiempos de 24 Horas y su titular recientemente fallecido, a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, magnificando errores de los dirigentes y actos vandálicos cometidos, presuntamente, por algunos de sus activistas.
El caso más reciente y escandaloso es el de los aspirantes chiapanecos rapados porque buscaban participar en el concurso de ingreso y promoción de la educación media superior. A una sola voz el tribunal mediático juzgó y sentenció a la CNTE, pero negó el elemental derecho de réplica.
Dirigentes de las secciones siete (Chiapas) y 22 (Oaxaca) se deslindaron de las inaceptables practicas, exhortaron a que “se cumpla el compromiso de mantener una protesta civil pacífica”, y los de la 22 mencionaron a provocadores infiltrados, práctica ordinaria en México aunque los actos de vandalismo cometidos por activistas facilitan el linchamiento.
Y a renglón seguido fue puesta en juego “la denuncia de hechos” ante la Procuraduría General de la República en contra de Rubén Núñez Ginés, por el júnior que dirige la organización empresarial Mexicanos Primero, porque aquél  no da clases pero cobra un “gran sueldo”. Como si Díaz de la Torre cumpliera con sus obligaciones docentes, mas el antes bailarín de Gordillo Morales es de casa, como Carlos Romero y Víctor Flores, brutalmente enriquecidos y fieles servidores del sistema y de los propietarios de México.
Comete un serio error el titular del Ejecutivo federal si auspicia la polarización en este hondo desencuentro, con los desacreditados servicios de lo que no pocos mexicanos llaman “Teleidiotiza”, en lugar de exponer más y mejor las presuntas o reales bondades de su proyecto.
Hasta Juan Díaz advierte que “si vamos a ir a la evaluación por cientos de miles y no hay recursos para acompañar a los maestros, seguramente no viviríamos el mejor de los escenarios”.
O como preguntan los profesores movilizados en Matamoros, Valle Hermoso, Río Bravo, Reynosa, Miguel Alemán, Nuevo Laredo, Victoria, San Fernando y Mante: “¿Quieren aquí otro Oaxaca?”
El complejo tema educativo no deja espacio para las simplificaciones de telenovela que acostumbran en El canal de las estrellas y también los imitadores de la “competencia”.

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