Eduardo Ibarra Aguirre
Cuando el gobierno que aún jura y perjura
“Mover a México”, tomó una decisión contra la Sección 22 de los trabajadores de
la educación que puede tener un altísimo costo político y social aquí y sobre
todo en la aldea, es pertinente preguntar por qué hasta ahora. Y como presumió
un amigo de Elba Esther Gordillo que la visita regularmente en la prisión (política),
por qué no hace 20 años.
Foto laparednoticias.com/ |
El
momento seleccionado tiene muchas desventajas para el grupo gobernante porque,
sólo a titulo de ejemplo, pese a contar con recursos presupuestales sin
precedente, gracias a un endeudamiento publico sólo comparable al de 1976-82,
además de 11 reformas estructurales que a ningún presidente le dio el Congreso
y la partidocracia (casi) en pleno, la economía está por abajo del “mediocre
crecimiento económico de los últimos 33 años”, para decirlo con el juicio de
Luis Videgaray.
Reformas
que festejadas hasta la náusea por el aparato propagandístico oficial –el oligopolio radiofónico y el duopolio televisivo incluidos–, con los beneficios que acarrearían al bolsillo y los
hogares de las mayorías nacionales, resulta que serán para el mediano y sobre
todo largo plazos, cuando el gobierno actual no tengan que rendir cuentas, como
reconoció por primera ocasión el señor que aspiraba a ser notario, pero “el
destino y la vida” lo colocó en Los Pinos.
No sólo
serán para un futuro incierto los presuntos beneficios, sino que el Consejo
Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social enmienda la plana al
líder del optimismo: “En los dos primeros años del gobierno de
Enrique Peña Nieto (2012-2014) la pobreza creció en 2 millones de personas.
Pasó de 45.5 (53.3 millones) a 46.2 por ciento de la población (55.3 millones),
uno de cada dos mexicanos están en pobreza”, aunque “la población en pobreza
extrema bajó de 11.5 millones, 9.8 por ciento de la población, a 11.4 millones”
(La Jornada, 23-VII). ¿Dónde quedaron, entonces, los cientos de miles de
empleos generados por la publicitada como creciente inversión extranjera y que
son “de clase mundial”?
Y también cuando el
discurso oficial asegura que buena parte del gabinete de seguridad pública y
nacional, incluido el Cisen dirigido a manotazos, está concentrado en la
recaptura del único jefe de jefes que
se fugó de la prisión dos veces en 15 años, con el entonces inepto y hoy
enriquecido Vicente Fox, amén de con el señor de la Casa Blanca de las Lomas
que permanece en la opacidad, con todo y Secretaría de la Función Pública
relanzada, y que ahora investiga a los que desde el gobierno hicieron posible
la fuga o liberación de Joaquín Guzmán.
Con tan serios como graves
problemas: reformas estructurales que no arrojan resultados a la hora de
aplicarlas, como lo evidencio la Ronda uno;
crecimiento económico a cuenta gotas, deuda pública peligrosamente a la alza y
una moneda, el peso, que se devalúa hasta perder respecto del dólar casi una cuarta parte,
24.6 por ciento, de su valor durante el gobierno de Peña Nieto, y el miércoles
22 se colocó en su mínimo nivel de los últimos 32 años; en tal contexto ¿podrá
el grupo gobernante afrontar el desafío de Oaxaca?
Desafío que entre otras cosas implica
confrontarse con una de las columnas vertebrales del movimiento social en veintitantos
años.
El horno no está para bollos. Y ni éste ni
anteriores gobiernos han tenido la capacidad para afrontar a la vez tareas tan
complejas. Cuentan que el presidente Gerald Ford (1974-77) no podía masticar
chicle y caminar. Miguel de la Madrid (1982-88), decían los maledicentes, no
podía escuchar aplausos y leer un discurso. Pero introdujo un viraje al rumbo
del país.
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