martes, 21 de julio de 2015

Nuevos rostros en el GDF

Eduardo Ibarra Aguirre

El alcance cierto de los cambios operados en el Gobierno del Distrito Federal está por verse en los próximos meses, a pesar de que en los movimientos realizados ya se pueden leer mensajes e intencionalidades políticas para hoy, mañana y sobre todo 2018.

Foto de www.agu.df.gob.mx
A pesar de que la oposición partidista, destacadamente el Movimiento Regeneración Nacional redujo los cambios en el gabinete de Miguel Ángel Mancera a “reacomodos en las alianzas del Partido de la Revolución Democrática”, al decir de Martí Batres, la designación de Patricia Mercado como la número dos del GDF es un hecho político que sorprendió a muchos, incluido este redactor, en sustitución de Héctor Serrano, un personaje que era el centro de la crítica por las presuntas grandes corruptelas que centralizaba, su origen en el Partido Revolucionario Institucional, así como lo que denominan criminalización del movimiento social que no pongo en duda, pero en buena medida fue alentado con hechos vandálicos que incluso dañaron monumentos históricos, a cargo de presuntos grupos “radicales” de “anarquistas” y que de tales tenían lo que cualquiera de nosotros de astronautas.
Es para subrayarse la trayectoria de Mercado Castro en los organismos de corte feminista de la sociedad civil, pasando por el Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina, del que fue candidata presidencial en 2006 frente a Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador, y en tal condición la primera en reconocer el triunfo del primero la misma noche del 2 de julio, sin que lo hiciera el Instituto Federal Electoral, y a los pocos días urgió Calderón “a negociar” con las demás fuerzas políticas. Carlos Monsiváis escribió, cito de memoria: “Tranquila señora, no coma ansias”.
Errores políticos aparte, es notabilísima la llegada Dora Patricia, nativa de Cajeme, Sonora, y aunque Serrano Cortés sigue en la nómina del GDF como secretario de Movilidad donde desde los tiempos de Joel Ortega Cuevas como titular de Transporte y Vialidad, la secretaría era un afamado centro de la corrupción, pareciera haberse producido un deslinde institucional entre Mancera Espinosa y las prácticas que encarna el hombre que como oficial mayor de la Asamblea de Representantes no fue capaz de entregar cuentas claras.


Además de las llamadas cuotas de género, que incluyen a la estigmatizada zacatecana Amalia García y la expanista Laura Ballesteros, o lo que el doctor denominó “hay un mensaje de confianza de las capacidades profesionales de la mujer”, algunos futurólogos ubican la llegada de la economista y antes presidenta del PASC en la perspectiva del 2018, escenario en el que también colocan a Alejandra Barrales quien, como se recordará, compitió en las internas del PRD por la principal candidatura capitalina frente a Mancera y durante un mes ella le regateó el apoyo en la campaña.
Tiene razón Mauricio López, dirigente del PRI capitalino, cuando afirma que “Son cambios buenos, pero insuficientes. Los problemas de la ciudad no se van a resolver sólo cambiando de sitio a la gente, sino haciendo políticas públicas diferentes”. Pero es una lástima que la misma fórmula no la exija al primer priísta de México, quien ni siquiera se atreve a cambiar de chofer.
En efecto, lo que la capital y el país necesitan son principalmente cambios en las políticas y los programas gubernamentales, sobre todo en los  que impidan multiplicar el escandaloso endeudamiento público interno y externo, permitan superar el mediocre crecimiento económico de los últimos 33 años y estimulen el ingreso trimestral de los hogares que, según el INEGI, bajó 3.5 por ciento entre 2012 y 2014.

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